domingo, junio 25, 2006

¡Oh Señor Humor, ten piedad! (I)

No recuerdo cuando fue que comencé a tomarme los episodios de la vida diaria con sentido del humor. Sí recuerdo que antes era mucho más dramática que ahora y que me tomaba las cosas demasiado a pecho. Desde que ahondé, sin querer, en la faceta humorística puedo sobrevivir al naufragio de esta ciudad, la gran devoradora de las almas sensibles.
El viernes se hizo necesario volver a enfrentarme con la rutina. De lo contrario, no habrá Dios que me salve. Porque hay que ir a trabajar, hay que cumplir con las obligaciones. Hay que… Así que salí a la calle. No se por qué me vestí con un nuevo look, desconocido en mí que soy una mujer más bien clásica, podría decir, que me visto siempre siguiendo la misma línea, el mismo estilo de ropa de mujer formal. Formal no, clásica mejor. No se por qué extraño motivo la semana pasada me compré unos jeans. No tiene nada de extraño comprarse jeans pero, en este caso, para mi sí porque me compré uno de esos de tiro corto que usan las adolescentes. Justo yo que jamás en la vida los usé. Siempre con los comunes, los clásicos pero es que ahora casi no existen, o no los encontré para mi talle por lo menos. Así que terminé comprándome estos, claritos y de tiro bajo, de estos que vas por la calle y parece que en cualquier momento se te caen. Es la sensación. Bueno, caerse no se me van a caer porque, ante lo desconocido, compré también un cinturón de esos de cuero trenzado con una hebilla gigantesca, como se usan ahora, con unos brillitos y todo. ¿Quién hubiera dicho que algún día iría yo tan a la moda? Estoy desconocida ya. En fin, la cuestión es que me puse estos jeans ajustaditos y con lo que les queda del “oxford” en la parte de abajo (digo lo que les queda, porque al hacerle el ruedo desapareció casi todo el "oxford"). Allí llegué yo a la oficina, todavía tratando de acostumbrarme a esta nueva vestimenta. Entré y saludé a mi jefe que, como de costumbre, estaba sumergido en su propio planeta. Iba a comenzar a darle una explicación de por qué falté dos días y también a contarle que mis huesos todavía no están en condiciones de mucho movimiento cuando sonó el teléfono. Me salvó el gong. Era D., una de las compañeras de la oficina, que llamaba para avisar que iba a llegar más tarde porque iban a internar a su papá y me pidió si podía avisarle al gran cacique. Yo pensé que, por fin, había llegado el día en el cual la piba había abierto los ojos y se había decidido a internar a ese psicótico enfermo perseguidor que le tocó por padre. Pero no, no era una internación psiquiátrica, al hombre le dio un cólico renal. ¡Qué decepción! Hasta las enfermedades vienen al revés en este país, pensé. Así es que se interrumpió la conversación y todo pasó a centrarse en la internación del padre de D. Que perdí protagonismo, no cabe duda.
Me fui, entonces, a otra oficina a saludar a la gente de diseño. Allí estaba O. sentado frente a su computadora y me senté a su lado en la otra máquina. Este muchacho también tiene sus cosas raras, claro, ¿quién no? Para mí que tiene problemas con Dios porque él suele decir varias veces por día ¡Ay, Dios! y pasados unos minutos me llamó la atención que todavía no hubiera pronunciado su frase favorita de cada día. Entonces le pregunté si le pasaba algo. Me respondió con un “Oh, ¡es verdad! ¡Oh, My God!" Aproveché para preguntarle por qué siempre repetía esa frase y me respondió: “Es que este trabajo es muy estresante, ¿no?”. Entonces fui a mirar su pantalla y vi que estaba retocándole los labios a la foto de la mina que tenía en el Photoshop. Me reí y le dije: “Pero, y entonces ¿si fueras obrero de construcción y tuvieras que estar todo el día subido a un andamio, blanco de cal, cargando ladrillos, manchado?” y O., muy seguro de sí mismo, me dice: “¡No podés comparar! Eso es trabajo físico pero lo mío es el agotamiento. El agotamiento cerebral. ¡Ay Dios! El estrés mental. ¿me entendés?”

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5 Comentarios:

Blogger Vico dijo...

jeje despues de la mudanza, puedo decir que estoy acostumbrada al estres mental mas que al agotamiento fisico...
y sip, capaz me la paso blogeando en lugar de retocar una mina en photo shop...
no se...hoy me duelen todos los musculos, pero lo prefiero!
tambien me duele un poco el alma, pero mejor lo obvio

estoy en una pc de una amiga, la mia desmantelada hasta nuevo aviso, y esta cosa es un carromato que ni tiene para cambiar a espanol el teclado! asi que disculpa los acentos etc etc..

25 de junio de 2006, 7:52 p. m.  
Anonymous Anónimo dijo...

Charruita, bueno, en tu caso es de lo más normal que estés agotada. Una mudanza agota a cualquier ser humano por muy fuerte que sea.
Yo también me lo paso blogueando en lugar de retocar una mina en Photoshop. Pero esto se debe a que, en mi caso particular, ya retoco minas cuatro o tres horas cada día en el trabajo. El resto del tiempo escribo.
No te preocupes por el teclado de tu amiga. Ya armarás tu máquina nuevamente. Todo despacito y en la medida de tus tiempos. Un gran beso y arriba esos ánimos!!!
P.D.: Ah, que no se asuste nadie estas minientregas vienen sólo en tres posts :)

25 de junio de 2006, 11:15 p. m.  
Blogger Gabuleta* dijo...

Bueno, estoy leyendo el blog de atras para adelante. Recien lo descubro..me gusta porque por ahi cuando la gente escribe mucho se hace monotono, pero esto es divertido..
Lo del cansancio cerebral, por asi decirlo, a mi parecer tambien es peor q el fisico! Aunque, claro, nunca estuve arriba de un andamio bajo el sol del mediodia, asique no se si es tan asi!
Besos!

26 de junio de 2006, 12:13 a. m.  
Blogger Mamy a la obra dijo...

Teniendo experiencia en ambas cosas, pasada en lo mental, actual en lo fisico, puedo asegurar que ambas son agotadoras, y sin lugar a dudas, me quedo con la mental. Estar nueve horas parada, te hace doler hasta el alma, con lo que en el fisico, se suma tambien lo mental.
Sldos.

27 de junio de 2006, 6:18 a. m.  
Anonymous Anónimo dijo...

Curieux, bueno, yo tampoco he estado arriba de un andamio bajo el sol del mediodía, por ahora, era sólo una forma de decir. También creo que el estrés cerebral por así llamarlo es agotador. No se si como el físico, o más, o menos. Pero cansa muuucho.
Besos y nos leemos. Me alegra mucho que te haya gustado mi blog. Besos!

Zalet: Te comprendo perfectameente. Si bien no he estado subida a los andamios sí he hecho trabajos físicos y sí que agotan pero, claro, el cansancio de la mente es estresante también. No se qué es peor. Seguramente, si me dieran a elegir seguiría eligiendo el estrés mental.
También he trabajado parada :(
Hay que armarse de paciencia y sobrellevarlo lo mejor posible. Buena suerte!!! y ojalá mejore!!!

27 de junio de 2006, 11:36 p. m.  

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