domingo, julio 30, 2006

Asombros (segunda parte)

Para todos aquellos que recién llegan y no han leído mi post anterior, sugiero leerlo primero para poder enterarse de cómo viene la mano.
Confieso que no estaba preparada para relatar el diálogo con mi jefe, para contar qué fue lo que me dijo en aquella reunión del viernes que más que una reunión fue un monólogo por su parte. Y si no me siento preparada es porque me muero de vergüenza, sépanlo, de vergüenza ajena más que propia. Pero, me siento muy indignada, con mucha impotencia, tengo mucha rabia y necesito sacármela. En definitiva, este es mi blog y cada uno en su blog es dueño de escribir lo que quiere ya que, todavía, existe la libertad de expresión.
Me fui por las ramas pero, tal como venía diciendo, aunque no me sentía preparada, al leer algunos comentarios que me fueron dejando tales como:

Querida Rosa roja, admito que me muero de ganas de saber qué es lo que te dijo ese tipo, pero si no lo has mencionado ex profeso, es porque te incomodaría aún más saber que lo sabemos. (Luzbel)
Hay gente que entra en la vida de los demás como topadora: sin preguntar ni avisar.(Eduardo)
Creo que ni todas las respuesta que encontraramos, nos dejarian sastifecho sobre la actitud de tu jefe. Creo que con esas piedras que tiro se formaria una linda pared de contencion para no dejar pasar absolutamente nada de su mierda. (Charruita)

que tanto agradezco porque son los que me han dado fuerzas para poder contar lo que me sucedió. Tal vez para algunos/as sea una tontería y para otros no o para algunos yo sea una idiota pero a mí me dolió, me dolió mucho.
Antes del relato, quisiera explicar dos cosas a saber:
1) Se que por más que lo diga yo no tienen por qué creerme ya que todavía ningún bloguero me conoce (aunque espero que nos encontremos pronto en alguna reunión blogueril, sería muy lindo). Lo que digo es que (el día que me vean lo podrán comprobar) si algo sí que soy es femenina, soy una mujer a la que le encantan los buenos perfumes, las colonias, vestirme clásica sí pero normal y no estrafalaria, en fin.. no se qué palabra utilizar pero creo que femenina, desodorizada, perfumada y me fascinan los largos baños de inmersión con sales.
2) Mi jefe es un tipo extraño. Bastante raro en muchos aspectos. Tal vez en cosas simples o carentes de aparente importancia. Suele perder papeles de trabajo, carpetas, lo que fuere y si él pierde algo y se le mete en la cabeza que lo tiene fulanito nadie puede sacarle de su cabeza que fulanito ni siquiera vio esa carpeta. Sólo un ejemplo. Hay muchos. Se le metió en el cerebro que yo fumo dentro de mi habitación y ya le dije dos veces que no fumo dentro de la habitación de casa pero el tipo no me cree porque no coincide con lo que él se figuró en su cerebro. Y así es con todo, cuando él piensa que algo es de x manera, tiene que ser así y no lo contradigan.

Para no extenderme más, sólo dejaré el diálogo que tuvimos el viernes en su oficina. Sin palabras. Acá va:

Sentados frente a frente en sendas sillas:

El: Mirá..... yo tengo que decirte algo... Antes que nada quiero que sepas que a mí me asombra mucho todo esto porque vos sos una persona inteligentísima. Entonces, yo no entiendo cómo puede ser que con tanta inteligencia haya algunas cosas que no vayan bien... No me encaja esa parte pero quiero que comprendas que te lo digo por tu bien. Eso sí, me seguís pareciendo una persona con una inteligencia superior, pero.... bueno yo no se cómo decírtelo. Te aseguro que lo hago con el mayor pudor, a mí esto me da pudor pero te lo tengo que decir igual ya que es por el bienestar de la empresa. ¿Entendés? Para poder hablar de esto no me queda más opción que meterme en tu intimidad.

Yo: ¿¿¿....???

El: Se que es fuerte. Reitero, a mi me asombra mucho porque se contradice con tu inteligencia.

Yo: ¿¿¿....???

El: Lo que tengo para decir se que es muy fuerte.

Yo: Bueno, adelante, lo escucho. (otra no me quedaba :-(

El: Mirá que es muy íntimo. Me meto en tu intimidad pero es por tu bien y por el bien de todos.

Yo: ¿¿¿....???

El: Tiene que ver con tu higiene personal.

Yo: ¿¿¿con quéeeee???

El: Vos tenés que cuidar mejor tu higiene personal. ¿Me entendés?

Yo: ¡No! No lo entiendo....

El: Vos sabés que tenés olores. Yo te siento malos olores.

Yo: ¿Eh? ¿Qué? ¿Qué me siente olor? ¿Olor a qué?

El: A descuido en tu higiene.

Yo: Mire.... yo puedo tener muchos defectos pero ese seguro que no. Me baño, me perfumo, me desodorizo, no entiendo.

El: Bueno, no se. Pero todo tu cuerpo tiene mal olor. Y no es que lo sienta sólo yo. D. también lo siente igual. A ella le molesta, sólo que no te lo va a decir.

Yo: Le aseguro que yo no me siento olor a nada y que me higienizo adecuadamente desde siempre y no ya por la oficina y el trabajo sino por la vida en general. A mí tampoco me gustan los malos olores.

El: Me alegra que lo entiendas porque vas a tener que higienizarte mejor. Preguntale a D. como cosa tuya ¿eh? No se lo preguntes hoy porque se va a avivar que yo te hablé. Preguntale el lunes, decile que una amiga tuya te lo dijo, comentáselo a ver ella qué opina...

Yo: Me extraña. Me extraña mucho porque si D. sintiera esos olores tan fuertes me lo hubiera dicho. No se... tenemos una buena relación laboral y pasamos muchas
horas juntas, las dos somos mujeres y entre mujeres estos diálogos son más fáciles... no se qué decir...


El: Y te digo más. A veces tus olores son insoportablemente fuertes.
¿Nunca te preguntaste por qué D. siempre enciende un sahumerio cerca tuyo?


Yo: ¿¿¿Eh??? ¿Está seguro de que soy yo?

El: Segurísimo. Te estoy hablando por tu bien para que mejores acá adentro y en la calle, en la vida en general. Porque causa rechazo hablar con alguien con tan mal olor. No se, ¿vos te analizás?

Yo: Sí.

El: Bueno, conversalo con tu psicóloga. Contale lo que estoy diciendo. De todos modos, me meto un poco más en tu intimidad y me permito darte unos consejos que te pueden ayudar. Bañate más veces por día, si una no es suficiente bañate dos. Cambiate la ropa íntima cada día. No uses dos días seguidos la misma ropa porque el olor se impregna.

Yo: Escuche, lo que ud. huele ¿no será olor a pucho? ¿mal olor de algún otro lado?

El: Bueno, olor a cigarrillo tenés siempre, hasta el pelo impregnado, pero eso es otra cosa. Tampoco me gusta, pero si fuera olor a cigarrillo todavía... Ya te digo. Mirá, yo antes metía toda la ropa en la bañera y me la lavaba a mano. Hacelo a diario.

Yo: Sí... La verdad es que no se qué decirle... Ud. ¿en este momento, por ejemplo, en el que estamos hablando me siente olor?

El: Sí.

Yo: (oliéndome toda, las axilas, todo) Le juro que yo no siento olor a nada.

El: Yo sí. Pero hoy es más suave. Otros días es muy fuerte. Tan fuerte lo siento que me cuesta acercarme a vos y hablarte. Además, no me gustaría que fueras a visitar empresas. Prefiero no mandarte porque la gente te lo va a sentir y yo tiemblo, aunque no te lo van a decir y yo no quiero pasar por eso.

Yo: Bueno.... le agradezco que me lo diga. Voy a ver si es así o no... Si es así voy a tratar de corregirlo... No por ud. sino por mi vida social en general con todo el mundo. Yo detesto el mal olor.

El: Sí, tal vez los lugares encerrados, el olor a frito que se pega, vos fumás en tu habitación.

Yo: No, yo no fumo en mi habitación y esta es la segunda vez que se lo digo. Por motivos familiares no fumo ahí, me crea ud. o no, y también por mi porque no me gusta dormirme con el olor de las colillas apagadas.

El: Bueno. Listo. Eso era todo. No le digas nada a D. hasta el lunes y preguntáselo como quien no quiere la cosa, como que te lo dijo una amiga y vos le pedís su parecer... Yo lo único que te digo es que cuides más tu higiene personal. Y ya que mantuvimos esta conversación, esto me habilita para preguntarte en diez días qué pasa si vuelvo a sentir los mismos olores. (fin del diálogo).

Salí de su oficina hecha una piltrafa y sin saber quehacer. Me fui a dar una vuelta manzana y regresé porque se me caían las lágrimas. También pensaba en D. Si ella pensaba igual que él por qué no me lo había dicho. No sabía quehacer, era una mezcla de odio, bronca, impotencia, humillación. Cuando regresé a la oficina, nos dispusimos a almorzar con D. Yo observaba todos sus movimientos para ver si a ella le molestaba comer cerca mío. Ella me notó rara y también me dijo que tenía muy mala cara. Después encendió un sahumerio pero lo de encender sahumerios es un ritual de todos los días y es para despejar el olor a cigarrillo o eso es lo que yo creo. Entonces, ya no me pude contener más y le hablé. Le conté a D. todo esto que me había pasado y le pedí que no le diga ni palabra a él y que lo único que me interesaba s que sea sincera en la respuesta. D. casi se desmaya del asombro. Me aseguró varias veces que no, que eso no es así bajo ningún punto de vista. Que este tipo es un animal porque aún si así fuera ella no se lo diría a nadie pero que en mi caso para ella no era así, que ella no pensaba en eso, que de hecho almorzamos todos los días juntas, tomamos mate juntas, charlamos juntas y si a ella le molestara algo ya hubiera encontrado alguna forma de alejarme, que el sahumerio lo prende porque le gustan los sahumerios igual que a mí y es como un ritual: compartir unos mates o un almuerzo y encender un sahumerio y de paso despejamos el olor a tabaco, nada más, que en su casa también los enciende al igual que yo en la mía. Que, definitivamente, nuestro jefe o está loco o es un hijo de puta pero que es evidente que goza hiriendo a los demás. Todo eso lo dijo D.
A mi me dolió bastante, me hirió, se me caían las lágrimas de la bronca que siento y pasé todo el fin de semana oliéndome, bañándome, perfumándome, pero más que nada oliéndome como una manía. Tratando de ver si el hombre tiene razón o no y no me siento olor a nada. Escribo esto y me sigo oliendo.

Etiquetas:

Asombros (primera parte)

Es muy trillada la frase que dice que la vida es asombrosa. La escuchamos, de vez en cuando, y no nos produce nada. Es sólo cuando algo nos asombra verdaderamente que se nos hace más tangible.Esta semana me sucedieron dos cosas asombrosas: una buena y una mala. Como solía hacer cuando tenía que tomar algún medicamento de chica, primero tomaba el más amargo y detrás el más rico (si se puede calificar así a un medicamento) para que me quitara el mal sabor del feo. Acá es algo similar y prefiero hablar primero de lo feo y después de lo agradable para ver si se me quita el mal sabor.

Lo malo: El viernes mi jefe me llamó a su oficina para hablar. Me senté a escucharlo y ver qué era lo que tenía para decirme y cuando habló me quedé muda. Jamás hubiera esperado escuchar de él todo lo que me dijo. Por supuesto, lo hizo dando muchas vueltas, mucho preámbulo, le costó decirlo pero al fin las malditas palabras salieron de su boca. Me dejó anonadada. Si bien yo no sabía de qué quería hablarme, nunca se me hubiera ocurrido que iba a decirme las barbaridades que me dijo. Lo escuché estoicamente, con la mejor cara que pude poner, y encima le agradecí que me lo hubiera dicho porque si era cómo el decía (que estoy segurísima que no es así) y yo no me daba cuenta, era bueno que alguien me lo señalara. Todo lo que me dijo acerca de mi persona no es verdad, es su imaginación, la locura que tiene en su cabeza la que lo hace pensar determinadas cosas. Cuando mi jefe piensa algo es peligroso porque es muy rebuscado y porque después nadie le quita de la cabeza que lo que él se está figurando es la realidad, aunque no lo sea. Fue duro tener que escucharlo y no poder insultarlo, no poder gritarle lo equivocado que estaba, lo bestia que estaba siendo. Una situación muy pero muy dura. El único acuse de recibo que mostró fue cuando me dijo "se que lo que te estoy diciendo es muy fuerte". ¡Menos mal que se dio cuenta el muy imbécil! Más que fuerte, fue desubicado, completamente fuera de lugar, totalmente falso lo que pensaba y piensa. Me sentí una imbécil yo, ahí sentada frente a él escuchando tanta cantidad de palabras juntas que no merecía que me dijese y ahí callada, muda, sólo oyéndolo sin poder defenderme, sin poder contestarle. Fue muy ofensivo. Hubiese sido ofensivo para cualquiera, tanto para un hombre como para una mujer. Lo que dijo fue algo que jamás en la vida se me ocurriría a mi llegar a decirle a alguien. Por más que fuera cierto, en este caso mío no lo es, pero aunque lo fuera yo no me metería a hablarlo. Menos a alguien que trabaja todos los días conmigo. Me sentí impotente frente a él, me sentí ofendida, más que ofendida, humillada. Humillarme fue lo que hizo. Y como si eso fuera poco, utilizó la artimaña de meter a otra persona en el medio. En lugar de decirme: "mirá, yo pienso que... a mí me parece que...", se valió del recurso de un tercero: "mirá, yo te digo todo esto porque D. lo piensa también y le molesta tanto como a mí o más". D. es una de mis compañeras de trabajo, la más cercana, almorzamos juntas, compartimos mucho por día, hablamos mucho. A D. la aprecio mucho, es muy buena persona, con montones de defectos y virutdes pero muy buena persona. Me cayó como un balde de agua helada. ¿Por qué no me lo dijo ella directamente? ¿Por qué tuvo que venir a hablarme él de algo que le molesta a ella? Después que terminamos de hablar me sentí tan pero tan mal que lo conversé con D. Lo hablé con ella y le conté a calzón quitado lo que me sucedió y lo que él me dijo. D. también se puso mal, se sintió incómoda por la situación y me aseguró mil veces que ella jamás dijo nada al respecto, que a ella no le molesta nada de todo lo que él me dijo. Y, curiosamente, a D. sí le creo. Se que no me está mintiendo. Entonces yo me pregunto: ¿cómo puede un hombre -mi jefe- hablarle así a una persona? ¿cómo puede ser alguien capaz de ofender gratuitamente y humillar sin inmutarse siquiera? ¿cómo puede meter a otro en el medio e intentar hacerme creer que el tercero dijo tal o cual cosa cuando eso es mentira y el que lo piensa es sólo él? ¿cómo pueden existir personas a las que no les importa en lo más mínimo si hieren a otra, si hacen daño con sus palabras y ni siquiera darse cuenta de lo que hacen? Fue un episodio amargo, muy feo, o será que no me había pasado antes, nadie me dijo jamás lo que este tipo me dijo. Y admito que salí shockeada de la oficina, admito que me dolió, admito que se me cayeron las lágrimas. Admito que me hizo daño impunemente con la fuerza que le otorga el poder que ejerce. Y eso me pareció triste, muy triste de su parte. ¿Con qué fin herir gratuitamente? ¿cómo puede un hombre carecer de un mínimo de vergüenza a sabiendas de que lo que está haciendo no se hace?

Lo bueno: Atanasio el jueves en el café. A ver si con algo positivo se me pasa un poco la indignación de lo negativo. El jueves estaba por la tarde en el bar tomando algo cuando, un rato más tarde, llegó Atanasio y se sentó conmigo. Como de costumbre, como lo hacemos habitualmente conversamos un rato. Fue extraño porque, cuando comenzamos el diálogo, el me contó algo acerca de unas historietas humorísticas que habían salido publicadas unos de estos días en el diario La Nación. Después que me relató esa historieta, cuando llegué a casa intenté rastrearla por internet pero no logré encontrarla. Quería ver si entendía a qué apuntó Atanasio cuando me lo contó. La historieta parece que, en síntesis, mostraba una escena de dos personajes en la cual uno le dice al otro que:

"Tenemos dos orejas para escuchar y una boca para callar. Tenemos dos brazos para abrazar (que es el impulso inicial, me explicó Atanasio) pero también tenemos un cerebro para razonar. El cerebro tiene que manejar a los brazos".

Fue extraño. No tengo ni idea de por qué me relató esa historieta que vio en el diario. Me pareció buena y realista pero no entendí por qué me lo contaba a mi.Hablamos de muchos temas más, por supuesto, mientras él saboreaba su jugo de naranjas y yo mi cerveza. Finalmente, comenzó a revolver en su bolsito buscando algo. Yo lo observaba y vi que le costó sacar el paquete del bolso, no porque le costara en sí un esfuerzo sino porque se notaba que daba vueltas y que no sabía si sacarlo o no. Indecisión, no saber qué hacer, temor, no se... Al final, se decidió y puso el paquete sobre la mesa diciéndome:




"Esto es para vos.... Es una pavada, no es nada... Son bombones pero quería regalarte algo por tu cumpleaños".

Lo dijo suavemente, un poco temeroso de que pudiera caerme mal o pensar mal. Me tomó muy de sorpresa. Me asombró muy gratamente porque no me lo esperaba ni de casualidad. Le propuse abrir la caja de bombones ahí en la mesa y comer juntos, convidarle. Me dijo que no, que son para mí, que igual él no puede comerlos. Me pidió que no abriera la caja ahí para que la gente del café no viera que él me estaba regalando algo. Le dije que, honestamente, me sorprendió y así fue. Que no tenía por qué regalarme nada, que su compañía allí de vez en cuando me hacía bien, máxime que yo no hablaba con cualquiera, sólo con él, que su conversación y compañía me eran más que suficientes, que yo no esperaba regalos. Me dijo que me lo regalaba porque quería darme algo en símbolo de su amistad. Le dije que era el primer regalo que recibía y no me creyó, me parece.




Ahora bien, mi pensamiento acerca de lo bueno y lo malo de cada uno de estos asombros: ¿en el caso de mi jefe, cómo se puede ser tan hiriente sin siquiera inmutarse? ¿en el caso de Atanasio, cómo se puede ser tan gentil de hacer un regalo (a mí que soy una desconocida casi para él) y todavía sentir pudor o temor a que yo pudiera tomarlo a mal? Definitivamente, la vida está del revés.

Etiquetas:

jueves, julio 27, 2006

Granizo en Buenos Aires el 26 de Julio de 2006



Este video no me pertenece y es gentileza de olvideze.

Pánico total. Jamás visto en la ciudad. Las imágenes hablan por sí solas. ¿Para qué más?

Al margen del granizo o la lluvia de piedras o hielo torrencial, no se sabe muy bien qué fue lo que destruyó casi todo, al llegar a casa me encontré con mi mamá sintiéndose bastante mal de salud. La llevé a la guardia porque se ahogaba mucho y le era casi imposible respirar o hablar. Esto no tuvo nada que ver con el granizo ya que, afortunadamente, no me perjudicó. Así que pasadas las 21 hs. allí estábamos en la guardia de la clínica. Le pusieron suero y corticoides en el suero que creo que sirven para descongestionar, para ayudar a respirar y frenar la fatiga. Le fue bien pero era la primera vez en su vida que le ponían suero. Cada uno tiene sus propios rollos y uno de los de ella es con el suero. Siempre dijo que nunca permitiría que se lo pusieran, que si algún día se lo aplicaban ella se moriría. Costó convencerla pero salió adelante, tal como en la ciudad salió el sol.

Etiquetas:

sábado, julio 22, 2006

Cumpleaños

Ayer 21 de Julio cumplí años.
Justo el día después al día del amigo pero eso no me preocupa en lo más mínimo porque, en este momento, no tengo amigos. Antes sí los (o las, mejor dicho) tenía pero hasta los afectos se diluyen. Tal vez, porque no eran afectos lo suficientemente fuertes, o eso es lo que tiendo a pensar. Así es que el día del amigo lo pasé tomando una cerveza en el bar del gallego, compartiendo un rato de buena conversación con Atanasio, el griego, que es mi nuevo interlocutor de estos días. Quien me acompaña de tarde en tarde, no siempre pero bastante seguido desde que comenzamos a conversar. Ayer 21 también fue y compartí con él un rato de la tarde después que salí de trabajar: yo con una cerveza y él con su jugo de naranjas conversando, una vez más, de la vida y de cosas cotidianas y sencillas o no tanto, como ya es casi la costumbre. El no sabía que era mi cumpleaños y, sin embargo, me brindó la compañía que necesitaba. Había pasado todo el día en la oficina trabajando, almorzando con los compañeros y compañeras de trabajo unas pizzas, faina y Coca-Cola que ellos invitaron y una torta milhojas que llevé yo. Pusieron una velita que soplé y pedí los tres deseos (¡Menos mal, ja, que no se les ocurrió poner toda la cantidad de velas juntas!) y hoy sábado almuerzo familiar. Almorzamos tranquilos, pollo, chivito, torta de manzanas y un vino tinto Latitud 33º Syrah sabrosísimo en casa. Me gusta el buen vino y a pesar de que este no es de los mejores tampoco es de los peores. Estuvo bien, sencillo pero grato.

De todos modos, el momento más lindo del día de ayer fue el tiempo compartido con Atanasio. Porque sí. Porque me gusta conversar con él. Porque me gusta verlo entrar al café. Porque conversamos porque así lo elegimos en libertad y no por obligación. Porque me presta atención y me observa atentamente cuando le hablo, porque me cuenta sus cosas, algunas serán verdad y otras no lo se pero poco importa, porque él palía su soledad mientras conversa conmigo y yo igual. Porque cuando llega y cuando se va me da la mano y dar la mano es un símbolo de cordialidad. Porque alzó su copa para brindar conmigo el día del amigo y me dijo ¡Felicidades! Porque ayer 21, en determinado momento de la conversación le pregunté y él respondió:


- ¿Hace mucho que viene a este café?
- No... no tanto, ahora más seguido. Paso siempre
por acá y miro a ver si te veo. Me fijo y si estás vos entro a tomar un café.

Hoy a la tarde (aunque ayer era el día indicado) recibí tres sms de G. que dicen, en orden de aparición:

"Qué lejos!!! y... que tan cerca del corazón!!!"

"Cuidate! Yo te quiero!"

"Disfrutá!!!! Todo es efímero."

"Qué bueno existes!!!!"


Las palabras, o los sms están lindos pero soy yo, no se si estoy anestesiada o qué me pasa pero no me significan gran cosa, por no decir poco y nada....

Otra cosa que me sorprendió fue un e-mail que recibí hoy de uno de mis varios primos, uno de los que más aprecio. Fue la primera vez que me escribió un mail y corroboré, una vez más, que muchas veces hay cosas que no se dicen frente a frente a otra persona pero que sí fluyen más fácil cuando uno las escribe. El escribió:

Querida "Rosa Roja" :Ayer tuve un día un poco complicado de la mañana a la noche y ni siquiera tenía idea que era 21/7. Espero que hayas disfrutado de tu día como vos te lo merecés. Las últimas veces que te ví o hablamos te noté muy bien así que seguramente haya sido un día realmente feliz para vos. Yo te quiero mucho y sé que nos une algo más que un parentesco. tenemos un montón de afinidades, prueba de ello es que cuando nos encontramos siempre tenemos algún tema para conversar largas horas.Espero y deseo que sigas tan contenta y entusiasmada con tu trabajo y la vida en general, aunque siempre falten algunas cositas que nos tienen ansiosos y preocupados.
Bueno, con un día de atraso pero siempre recordándote con el mayor de los cariños te deseo muchas felicidades.
Un beso grande, te quiere mucho...P.

Hoy también me llegó otro e-mail de uno de mis varios primos (tal como dije anteriormente) que también me sorprendió y mucho porque no lo esperaba. El vive en "la feliz", es decir en Mar del Plata que no se si será o no tan feliz como la apodan aunque espero que así sea.

Los años tienen la virtud de generar sensaciones, depende de uno y su estado de ánimo, hacia donde las dirige.

En pricipio, uno debe hacer ruido para que los demas se enteren de que cumplimos. ¡De alguna manera, festejar el día del nacimiento es una alegría o debería serlo!

Yo te cuento. La edad tiene el derecho de reclamar ser bien vivida, y que estemos a la altura de las circustancias.

Yo me alegro de haberme enterado que fue tu cumpleaños, ya vamos a brindar una noche que me encuentre en Bs.As.

Te quiero mucho. Un beso grande. C.

Etiquetas:

domingo, julio 16, 2006

Día de la Virgen del Carmen





















Estas fotografías no me pertenecen. Están bajo Licencia Copyleft Creative Commons y corresponden a: Bolg

Hoy es el Día de la Virgen del Carmen.


Carmen viene de Carmelo, monte situado en la Bahía de Haifa, Galilea.Cuando los árabes invadieron esta población maritima, los Carmelitas se vieron obligados a dejar el Monte Carmelo.Se dice que fue entonces cuando, mientras rezaban, se les apareció la Virgen y les prometió ser para ellos su Estrella del Mar.Y de ahí viene, según tengo entendido, esta devoción marinera y el patronazgo de la Virgen del Carmen.El caso es que tropecientos años después, se sigue saliendo en
barco a celebrar la fiesta tirando flores al mar.

Este día de Nuestra Señora del Carmen me recuerda, inevitablemente, dos acontencimientos interesantes (el primero tal vez más):

1.- Mi viaje a España en 1986. Aquel 16 de Julio de 1986 estaba yo en la ciudad de La Coruña, Galicia, y tuve ocasión de disfrutar de la maravillosa escena que tuvo lugar en el mar, a orillas de aquella bellísima ciudad que es conocida como "la ciudad de cristal". Los marineros celebraban la Procesión del Dia de Nuestra Señora del Carmen -protectora de La Coruña- en sus barcas. El mar estaba vestido de rosas y poder observar todo aquello desde la costa fue para mi un verdadero deleite que jamás se desgrabará de mis retinas y espero que, tampoco, de mi memoria. Se festeja en el puerto. Hacen tocar las sirenas de los barcos, se escucha la música religiosa y la gente -en fila- en los costados comienza a marchar en la procesión. También hay desfiles, curas que llevan a la virgen en andas, niños vestidos con trajes típicos gallegos tocando la gaita, niñas que van de comunión y las mujeres viudas que llevan velas. Bailan los marineros y pasean a la Virgen en barcas mientras lanzan cantidad de flores al mar.

2.- El día que le regalé a C. la imagen de la Virgen del Carmen y le conté este relato de los festejos que había visto cuando estaba allá. C. la aceptó muy contenta y la puso sobre su mesa de luz para que la proteja. Más de una vez hemos ido a la Iglesia juntas y me hacía gracia porque ella se detenía unos minutos frente a la imagen de la Virgen en la Basílica y rezaba a su manera. Una vez le pregunté qué era lo que le pedía a aquella virgen y fue más graciosa, aún, su respuesta:

- Le suplico que no me suelte para no caer al infierno.

¡Le pido que me flamee!

Ella reía y yo también. Hace largo tiempo que no he vuelto a su casa. Rato que no he vuelto a verla. Ignoro si aún la sigue teniendo sobre su mesita de luz.

Etiquetas:

sábado, julio 15, 2006

Relaciones malditas: cuando los "malvados" abusan de los "ingenuos"

Como bien pueden ver en mi otro blog: "La Rosa al desprenderse de su tallo", estoy leyendo "Los Cantos de Maldoror" de Isidore Ducasse, alias el Conde de Lautréamont.

Isidoro Ducasse nace en Montevideo el 4 de abril de 1846. En 1867 fija su residencia en París. En 1869, Ducasse edita la versión completa de sus Cantos de Maldoror, firmada bajo el pseudónimo de Con­de de Lautréamont, que se convertirá en su verda­dero nombre literario. El 24 de noviembre de 1870 muere Ducasse/Lautréamont en Montmartre, París. En 1874, reaparece en Bruselas la edición -no distribuida hasta entonces, posiblemente por razones de cen­sura- de 1869.

Copio aquí unos fragmentos de “Los Cantos de Maldoror” que me han impactado porque presiento que han sido escritos merced a una sensibilidad especial, difícil de encontrar en el común de los hombres. También me resulta interesante el estilo de escritura de Issidore Ducasse. Las intenciones del muchacho Mervin son, especialmente, profundas e inocentes mientras que las del Conde de Lautréamont poseen ese don particular al que se ven sometidos los denominados “poetas malditos”.


“…Pero si uno se acerca más, de manera que no atraiga sobre sí la atención de ese transeúnte, percibe, con agrada­ble sorpresa, que es joven. Desde lejos, en efecto, se le hubiera tomado por un hombre maduro. La suma de los días no cuenta cuando se trata de apreciar la ca­pacidad intelectual de un rostro serio. Yo sé leer la edad en las lineas fisionómicas de la frente: ¡tiene dieci­séis años y cuatro meses! Es bello como la retractili­dad de las garras de las aves rapaces, o también, como la incertidumbre de los movimientos musculares en las llagas de las partes blandas de la región cervical poste­rior…”

“Mervyn, ese hijo de la rubia Inglaterra, acaba de tomar en casa de su profesor una lección de esgri­ma, y, envuelto en su tartán escocés, regresa a casa de sus padres. Son las ocho y media y espera llegar a su casa a las nueve: por su parte, es una gran presunción fingir estar seguro de conocer el porvenir. ¿Qué obs­táculo imprevisto puede dificultarle su camino? Y esa circunstancia, ¿sería tan poco frecuente que debiera considerarla como una excepción? ¿Por qué no consi­dera mejor, como un hecho anormal, la posibilidad que ha tenido hasta ahora de sentirse desprovisto de inquie­tud y, por así decirlo, dichoso? ¿Con qué derecho, en efecto, pretende llegar indemne a su morada, cuando alguien lo espía y le sigue de cerca como a su futura presa? (Sería conocer muy poco la profesión de escritor de sensaciones…)”.

“En cuanto Maldoror se acerca a Mervyn, para grabar en su memoria los ras­gos de ese adolescente, él, con el cuerpo echado hacia atrás, retrocede sobre sí, como el boomerang de Aus­tralia, en el segundo período de su trayecto o más bien, como una máquina infernal. Está indeciso sobre lo que debe hacer. Pero su conciencia no sufre ninguno de los síntomas de una emoción embriogénica, como equivo­cadamente pudierais suponer. Le vi alejarse un instante en dirección opuesta; ¿estaba abrumado por el remor­dimiento? Pero regresó con renovada crueldad. Mervyn no sabe por qué sus arterias temporales laten con fuer­za, y apresura el paso, atormentado por un terror cu­ya causa vosotros y él buscáis en vano. Es preciso te­nerle en cuenta por su aplicación en descubrir el enig­ma. ¿Por qué no se vuelve? Lo comprendería todo. Pe­ro ¿se piensa nunca en los medios más simples para ha­cer que cese un estado de alarma?”

“Mervyn complica todavía más el peligro por su propia ignorancia. Tiene como unos destellos, excesivamente raros, es cierto, pero no me detendré a demostrar la vaguedad que los recubre, aunque le es imposible adivinar la realidad. No es pro­feta, no digo lo contrario, y no se reconoce la facultad de serlo”.

“…Lo ha visto entrar en un am­plio salón del piso bajo, de paredes de ágata. El hijo de familia se arroja en un sofá, y la emoción le impide hablar…”

“…Se aleja son sigilo: «Me tomó por un mal­hechor, exclama, es un imbécil. Quisiera encontrar a un hombre exento de la acusación que el enfermo arro­jó sobre mí. No le arranqué un trozo de su jubón, co­mo ha dicho. Simple alucinación hipnagógica causada por el terror. Mi intención no era apoderarme hoy de él, pues tengo ulteriores proyectos sobre ese adolescente tímido». Dirigios al lugar donde se halla el lago de los cisnes, y os diré más tarde por qué hay uno completa­mente negro entre el grupo, cuyo cuerpo, sosteniendo un yunque, sobre el que hay el cadáver en putrefac­ción de un cangrejo ermitaño, inspira, con todo dere­cho, desconfianza a los otros camaradas acuáticos…”

“... Mervyn está en su habitación; ha recibido una car­ta. ¿Quién le escribe una carta? Su inquietud le ha im­pedido dar las gracias al agente postal. El sobre tiene los bordes en negro, y las palabras han sido escritas de manera apresurada…”

“…Preso de esa trampa, la curiosidad de Mervyn crece y abre el trozo de papel preparado. Hasta ese mo­mento sólo había visto su propia escritura. «Mucha­cho, me intereso por usted, quiero hacer su felicidad. Le tomaré como compañero y realizaremos largas peregrinaciones a las islas de Oceanía. Mervyn, sabes que te amo y no tengo necesidad de probártelo. Me conce­derás tu amistad, estoy persuadido de ello. Cuando me conozcas más, no te arrepentirás de la confianza que me hayas testimoniado. Yo te preservaré de los peli­gros a que te lleve tu inexperiencia. Seré para ti un her­mano y no te faltarán los buenos consejos. Para más largas explicaciones, hállate pasado mañana por la ma­ñana, a las cinco, en el puente del Carrusel. Si no hu­biera llegado yo, espérame, aunque espero llegar a la hora exacta. Haz tú lo mismo. Un inglés no perderá fácilmente la ocasión de ver claro en sus asuntos. Mu­chacho, te saludo, y hasta pronto. No enseñes esta carta a nadie». -«Tres estrellas en vez de firma», exclama Mervyn, «y una mancha de sangre en la parte inferior de la hoja». Abundantes lágrimas corren sobre las cu­riosas frases que sus ojos han devorado y abren a su espíritu el campo ilimitado de los horizontes inciertos y nuevos. Le parece (sólo después de acabar la lectu­ra) que su padre es un tanto severo y su madre dema­siado majestuosa. Posee razones que no han llegado a mi conocimiento y, por lo tanto, no os podré trans­mitir, para insinuar que tampoco está de acuerdo con sus hermanos. Esconde la carta en su pecho. Sus pro­fesores observaron que ese día no parecía el mismo: sus ojos estaban desmesuradamente ensombrecidos, y el velo de la reflexión excesiva había descendido sobre la región peri orbitaria. Cada una de los profesores en­rojeció, por miedo a no encontrarse a la altura intelec­tual de su alumno, y, sin embargo, éste, por primera vez, descuidó sus deberes y no trabajó”.

“…Mervyn admira las fuentes repletas de viandas suculentas y las frutas aromáticas, pero no come… Apoya su codo en la mesa y queda absorto en sus pensamiento, como un sonámbulo.”

“Mervyn cierra la puerta de su cuarto con doble vuelta de llave y su mano res­bala rápidamente sobre el papel: «He recibido su car­ta a mediodía y espero me perdone si le he hecho espe­rar la respuesta. No tengo el honor de conocerle per­sonalmente y no sabia si debía escribirle. Pero como la descortesía no se aloja en esta casa, he resuelta to­mar la pluma para agradecerle calurosamente el inte­rés que se toma por un desconocido. Dios me guarde de no mostrar reconocimiento por la simpatía con que me colma. Conozco mis imperfecciones y eso no me hace ser más orgulloso. Pero si es conveniente aceptar la amistad de una persona mayor, también lo es ha­cerle comprender que nuestros caracteres no son igua­les. En efecto, usted parece ser de más edad que yo, puesto que me llama muchacho, pero aun así conser­vo dudas sobre su verdadera edad. Entonces ¿cómo conciliar la frialdad de sus silogismos con la pasión que de ellos se desprende? Es cierto que no abandonaré el lugar que me ha visto nacer para acompañarle por co­marcas lejanas; eso sería posible a condición de pedirle antes a los autores de mis días un permiso impacien­temente esperado. Pero como me ha ordenado que guarde secreto (en el sentido elevado al cubo de la pa­labra) sobre este asunto espiritualmente tenebroso, me apresuraré a obedecer su incontestable prudencia. Por lo que parece, no afrontaría con placer la claridad de la luz. Puesto que da a entender su deseo de que yo tenga confianza en su persona (deseo que no está fue­ra de lugar, me agrada confesarlo), le ruego que tenga la bondad de testimoniar, por lo que me toca, una con­fianza análoga, y de no tener la pretensión de creer que estoy tan alejado de su opinión como que para que pasa­do mañana por la mañana, a la hora indicada, no acuda puntualmente a la cita. Saltaré el muro que rodea el parque, pues la verja estará cerrada, y nadie será testi­go de mi partida. Para hablar con franqueza, qué no haría yo por usted, cuyo inexplicable afecto ha sabido en seguida revelarse ante mis deslumbrados ojos, so­bre todo asombrados de tal prueba de bondad, la cual estoy seguro nunca habría esperado. Porque no le co­nocía. Ahora le conozco. No olvide la promesa que me ha hecho de pasear por el puente del Carrusel. En el caso de que yo pase por allí, tengo la absoluta certeza de que le encontraré y le estrecharé la mano, con tal de que esa inocente manifestación de un adolescente que todavía ayer se inclinaba ante el altar del pudor no le ofenda con su respetuosa familiaridad. Por otra parte, ¿no es confesable la familiaridad en el caso de una fuerte y ardiente intimidad, cuando el extravío es serio y convicto? ¿Y qué mal existiría después de to­do, se lo pregunto, en que le diga adiós de paso, cuan­do pasado mañana, llueva o no, hayan dado las cin­co? Apreciará, gentleman, el tacto con que he conce­bido mi carta, pues no me permito, en una simple ho­ja, apta para perderse, decirle algo más. Su dirección al final de la página es un jeroglífico. He necesitado casi un cuarto de hora para descifrarlo. Creo que ha hecho bien en trazar las palabras de una manera mi­croscópica. Me dispenso de firmar, y en esto le imito: vivimos en un tiempo demasiado excéntrico como pa­ra asombrarse un instante de lo que podría ocurrir. Se­ría curioso saber cómo ha averiguado el lugar en don­de mora mi glacial inmovilidad, rodeada de una larga hilera de salas desiertas, inmundos osarios de mis ho­ras de hastío. ¿Cómo lo diría? Cuando pienso en us­ted, mi pecho se agita, resonante como el derrumbamiento de un imperio en decadencia, pues la sombra de su amor acusa una sonrisa que tal vez no exista: ¡es una sombra tan vaga y mueve sus escamas tan tortuo­samente! En sus manos dejo mis impetuosos sentimien­tos, piezas de mármol completamente nuevas, y vírge­nes aún de todo contacto mortal. Tengamos paciencia hasta los primeros fulgores del crepúsculo matinal, y, en espera del momento que me arrojará en el entrete­jido horroroso de sus brazos pestíferos, me inclino hu­mildemente ante sus rodillas, que abrazo». Después de haber escrito esta carta culpable, Mervyn la lleva al co­rreo y vuelve a meterse en la cama”.

El corsario de cabellos de oro recibió la respuesta de Mervyn. Sigue en esta página singular el rastro de las inquietudes intelectuales de quien la escribió, abando­nado a las débiles fuerzas de su propia sugestión. Hu­biera sido mejor consultar con sus padres, antes de res­ponder a la amistad del desconocido. No le reportará ningún beneficio mezclarse, como principal actor, en esa equívoca intriga. Pero, en fin, él lo ha querido. A la hora indicada, Mervyn, desde la puerta de su casa, se fue derecho, siguiendo el bulevar Sebastopol, hasta la fuente de Saint-Michel. Tomó el muelle de los Grands-Augustins y atravesó el muelle Conti; en el ins­tante en que pasaba por el muelle Malaquais, vio ca­minar por el muelle del Louvre, paralelamente a su pro­pia dirección, a un individuo que llevaba un saco bajo el brazo y que parecía mirarlo con atención. Las bru­mas de la mañana se habían disipado. Los dos cami­nantes desembocaron al mismo tiempo a cada lado del puente del Carrusel. ¡Aunque no se habían visto nun­ca se reconocieron! En verdad, era emocionante ver a esos dos seres, separados por la edad, aproximar' sus almas por la grandeza de sus sentimientos. Al menos esa hubiera sido la opinión de los que se hubieran de­tenido ante ese espectáculo, que más de uno, incluso con un espíritu matemático, habría encontrado conmo­vedor. Mervyn, con el rostro lleno de lágrimas, pensó que había encontrado, por así decir, al comienzo de su vida, un precioso sostén para las futuras adversida­des. Estad persuadidos de que el otro no decía nada. He aquí lo que hizo: desplegó el saco que llevaba, en­sanchó la abertura, y, cogiendo al adolescente por la cabeza, hizo pasar el cuerpo entero dentro de la envol­tura de tela. Anudó con su pañuelo el extremo que ser­vía de entrada. Como Mervyn lanzara agudos gritos, alzó el saco como si fuera un paquete de ropa blanca y lo golpeó varias veces contra el pretil del puente. En­tonces, el paciente, tras haber percibido el crujido de sus huesos, se calló. ¡Escena única, que ningún nove­lista volverá a encontrar!


Etiquetas:

En blanco

Estoy. Pero, de tanto pensar, se me fugaron las palabras.

Etiquetas:

viernes, julio 07, 2006

Geografía

Porque me gusta muchísimo La Oreja de Van Gogh, porque me han enseñado a escucharlos y a tomarles el gusto a sus canciones y esta canción, especialmente, porque es muy muy querida para mi. En los días actuales creo que es la que más siento que representa mi estado interior. Ojalá pudiera lograr que fuera más que un sueño, que las distancias no existieran.


La Oreja de Van Gogh - Geografia



Me gustaría inventar un país contigo
para que las palabras como patria o porvenir,
bandera, nación, frontera, raza o destino
tuvieran algún sentido para mí.

Y que limite al este con mil amigos,
al sur con tus pasiones y al oeste con el mar.
Al norte con los secretos que nunca te digo
para gobernarlos de cerca si los quieres conquistar.

Si tú también lo sientes, si a ti también te apetece,
no lo pienses, vámonos, ya somos dos.
Por qué no me das la mano y nos cogemos este barco
celebrando con un beso que hoy es hoy.
Que nuestra patria existe donde estemos tú y yo,
que todo estará cerca si cerca estamos los dos.
Que nuestra patria existe donde estemos tú y yo,
que todo estará cerca, vámonos.

Me encantaría que nuestro país tuviera
un arsenal inmenso de caricias bajo el mar
para que al caer la noche yo encienda dos velas
para invadirte por sorpresa en la intimidad.

Con dos habitantes será el más pequeño del mundo
y sin embargo el más grande de todos los que yo vi.
De veras te digo que el himno que escribo es sincero,
habla de que hay tantos países como gente en cada país.

Si tú también lo sientes, si a ti también te apetece,
no lo pienses, vámonos, ya somos dos.
Por qué no me das la mano y nos cogemos este barco
celebrando con un beso que hoy es hoy.
Que nuestra patria existe donde estemos tú y yo,
que todo estará cerca si cerca estamos los dos.
Que nuestra patria existe donde estemos tú y yo,
que todo estará cerca no lo pienses vámonos.
Porque nuestra patria existe donde estemos tú y yo,
que todo estará cerca si cerca estamos los dos,
que todo estará cerca vámonos tú y yo.


Artista: La Oreja De Van Gogh
Album: Lo que te conte mientras te hacias la dormida
Canción: Geografía

Etiquetas:

domingo, julio 02, 2006

¿Es tan terrible?

Pretender llevar una vida sana, digo. Luchar por ello, digo.

Etiquetas:

Los hombres también lloran

Eso parece. Ayer llegó mi amigo V. de Valencia, España. Vino a pasar un mes de vacaciones acá. Suele venir cada año. Pero, ayer lo vi bastante triste. Y hablamos. Frente a frente. Tomando unas cervezas. Me contó el por qué de su tristeza. La chica argentina que le destrozó el corazón. ¿Qué hacer con ella? ¿Con la relación? Parecía querer pedirme un consejo, mi punto de vista, mi parecer. Se lo di. Le dije lo que opinaba. Igual intenté distraerlo y fuimos a San Telmo, al Mercado de Pulgas (o como se llame) y a tomar algo a otro bar por ahí. Y seguía con el mismo tema. Mal de amores. En un momento dado, vi que se le caían unas lágrimas.

Etiquetas:




visitantes en línea


adopt your own virtual pet!