jueves, septiembre 15, 2005

Inauguración

En el día de hoy, La Rosa Roja abre sus puertas al mundo. La Rosa Roja es un extraño personaje que, a medida que vayan pasando los días, irán conociendo poco a poco pero cada día un poquito más; o así lo espero por lo menos. Pero, fundamentalmente, la Rosa Roja vino sintiendo -en esta última semana- la imperiosa necesidad de encontrar un sitio, "su lugarcito en el mundo" donde poder expresarse libremente, dejarse conocer y poder ir deshojando los pétalos de sus alegrías y de sus sinsabores (aunque mucho me temo que -en estos últimos tiempos- haya más sinsabores que alegrías). Ya mejorará: está intentando ser optimista y ahora que ha hallado su espacio está algo más animada.

Como este es mi primer post, todavía no se muy bien qué contar así que, en esta ocasión, prefiero dejar tan sólo un escrito de aquella maravillosa poetisa y escritora que fue y continúa siendo, para todos aquellos que sabemos apreciarla, la gran Alejandra Pizarnik. Ojalá que lo disfruten tanto como yo.

Sala de psicopatología

Después de años en Europa
Quiero decir París, Saint-Tropez, Cap
St. Pierre, Provence, Florencia, Siena,
Roma, Capri, Ischia, San Sebastián,
Santillana del Mar, Marbella,
Segovia, Avila, Santiago,
y tanto
y tanto
por no hablar de New York y del West Village con rastros de muchachas estranguladas
-quiero que me estrangule un negro -dijo
-lo que querés es que te viole -dije (¡oh Sigmund! con vos se acabaron los hombres del mercado matrimonial que frecuenté en las mejores playas de Europa)
y como soy tan inteligente que ya no sirvo para nada,
y como he soñado tanto que ya no soy de este mundo.
aquí estoy, entre las inocentes almas de la sala 18,
persuadiéndome día a día
de que la sala, las almas puras y yo tenemos sentido, tenemos destino,
una señora originaria del más oscuro barrio de un pueblo que no figura en el mapa dice:
-El doctor me dice que tengo problemas. Yo no sé. Yo tengo algo aquí (se toca las tetas) y unas ganas de llorar que mama mía.
Nietzsche: "Esta noche tendré una madre o dejaré de ser".
Strindberg: "El sol, madre, el sol".
P. Éluard: "Hay que pegar a la madre mientras es joven".
Sí, señora, la madre es un animal carnívoro que ama la vegetación lujuriosa. A la hora que la parió abre las
piernas, ignorante del sentido de su posición destinada a dar a luz, a tierra, a fuego, a aire,
pero luego una quiere volver a entrar en esa maldita concha,
después de haber intentado nacerse sola sacando mi cabeza por mi útero
(y como no pude, busco morir y entrar en la pestilente guarida de la oculta ocultadora cuya función es ocultar)
hablo de la concha y hablo de la muerte,
todo es concha, yo he lamido conchas en varios países y sólo sentí orgullo por mi virtuosismo -la mahtma gandhi del lengüeteo, la Einstein de la mineta, la Reich del lengüetazo, la Reik del abrirse camino entre pelos como de rabinos desaseados -¡oh el goce de la roña!
Ustedes, los mediquitos de la 18 son tiernos y hasta besan al leproso, pero
¿se casarían con el leproso?
Un instante de inmersión en lo bajo y en lo oscuro,
sí, de eso son capaces,
pero luego viene la vocecita que acompaña a los jovencitos como ustedes:
-¿Podrías hacer un chiste con todo esto, no?
Y
sí,
aquí en el Pirovano
hay almas que NO SABEN
por qué recibieron la visita de las desgracias.
Pretenden explicaciones lógicas los pobres pobrecitos, quieren que la sala -verdadera pocilga- esté muy limpia, porque la roña les da terror, y el desorden, y la soledad de los días vacíos habitados por antiguos fantasmas emigrantes de las maravillosas e ilícitas pasiones de la infancia.
Oh, he besado tantas pijas para encontrarme de repente en una sala llena de carne de prisión donde las mujeres vienen y van hablando de la mejoría.
Pero
¿qué cosa curar?
Y ¿por dónde empezar a curar?
Es verdad que la psicoterapia en su forma exclusivamente verbal es casi tan bella como el suicidio.
Se habla.
Se amuebla el escenario vacío del silencio.
O, si hay silencio, éste se vuelve mensaje.
-¿Por qué está callada? ¿En qué piensa?
No pienso, al menos no ejecuto lo que llaman pensar. Asisto al inagotable fluir del murmullo. A veces -casi siempre- estoy húmeda. Soy una perra, a pesar de Hegel. Quisiera un tipo con una pija así y cogerme a mí y dármela hasta que acabe viendo curanderos (que sin duda me la chuparán) a fin de que me exorcisen y me procuren una buena frigidez. Húmeda. Concha de corazón de la criatura humana, corazón que es un pequeño bebé inconsolable, "Como un niño de pecho he acallado mi alma" (Salmo) Ignoro qué hago en la sala 18 salvo honorarla con mi presencia prestigiosa (si me quisieran un poquito me ayudarían a anularla) oh no es que quiera coquetear con la muerte yo quiero solamente poner fin a esta agonía que se vuelve ridícula a fuerza de prolongarse, (ridículamente te han adornado para este mundo -dice una vida apiadada de mí) Y Que te encuentres con vos misma -dijo. Y yo le dije: Para reunirme con el migo de conmigo y ser una sola y misma entidad con él tengo que matar al migo para que así se muera el con y, de este modo, anulados los contrarios, la dialéctica supliciante finaliza en la fusión de los contrarios. El suicidio determina un cuchillo sin hoja al que le falta el mango. Entonces: adiós sujeto y objeto, todo se unifica como en otros tiempos, en el jardín de los cuentos para niños lleno de arroyuelos de frescas aguas prenatales, ese jardín es el centro del mundo, es el lugar de la cita, es el espacio vuelto tiempo y el tiempo vuelto lugar, es el alto momento de la fusión y del encuentro, fuera del espacio profano en donde el Bien es sinónimo de evolución de sociedades de consumo, y lejos de enmierdantes simulacros de medir el tiempo mediante relojes, calendarios y demás objetos hostiles, lejos de las ciudades en las que se compra y se vende (oh, en ese jardín para la niña que fui, la pálida alucinada en los suburbios malsanos por los que erraba del brazo de las sombras: niña, mi querida niña que no has tenido madre -ni padre, es obvio-). De modo que arrastré mi culo hasta la sala 18, en la que finjo creer que mi enfermedad de lejanía, de separación de absoluta NO-ALIANZA con Ellos -Ellos son todos y yo soy yo finjo, pues, que logro mejorar, finjo creer a estos muchachos de buena voluntad (¡oh, los buenos sentimientos!) me podrán ayudar, pero a veces -a menudo- los recontraputeo desde mis sombras interiores que estos mediquillos jamás sabrán conocer (la profundidad, cuanto más profunda, más indecible) y los puteo porque evoco a mi amado viejo, el Dr. Pichon R., tan hijo de puta como nunca lo será ninguno de los mediquitos (tan buenos, hélas!) de esta sala, pero mi viejo se me muere y éstos hablan y, lo peor, éstos tienen cuerpos nuevos, sanos (maldita palabra) en tanto mi viejo agoniza en la miseria por no haber sabido ser una mierda práctico, por haber afrontado el terrible misterio que es la destrucción de un alma, por haber hurgado en lo oculto como un pirata -no poco funesto pues las monedas de oro del inconsciente llevaban carne de ahorcado, y en un recinto lleno de espejos rotos y sal volcada- viejo remaldito, especie de aborto pestífero de fantasmas sifilíticos, cómo te adoro en tu tortuosidad solamente parecida a la mía, y cabe decir que siempre desconfié de tu genio (no sos genial; sos un saqueador y un plagiario) y a la vez te confié, oh, es a vos que mi tesoro fue confiado, te quiero tanto que mataría a todos estos médicos adolescentes para darte a beber de su sangre y que vos vivas un minuto, un siglo más, (vos, yo, a quienes la vida no nos merece) Sala 18 cuando pienso en laborterapia me arrancaría los ojos en una casa en ruinas y me los comería pensando en mis años de escritura continua, 15 ó 20 horas escribiendo sin cesar, aguzada por el demonio de las analogías, tratando de configurar mi atroz materia verbal errante, porque -oh viejo hermoso Sigmund Freud- la ciencia psicoanalítica se olvidó la llave en algún lado: abrir se abre pero ¿cómo cerrar la herida? El alma sufre sin tregua, sin piedad, y los malos médicos no restañan la herida que supura. El hombre está herido por una desgarradura que tal vez, o seguramente, le ha causado la vida que nos dan. "Cambiar la vida" (Marx) "Cambiar el hombre" (Rimbaud) Freud: "La pequeña A. está embellecida por la desobediencia", (Cartas.) Freud: poeta trágico. Demasiado enamorado de la poesía clásica. Sin duda muchas claves las extrajo de "los filósofos de la naturaleza", de los "románticos alemanes" y, sobre todo, de mi amadísimo Lichtenberg, el genial físico y matemático que escribía en su Diario cosas como: "El le había puesto nombres a sus dos pantuflas" Algo solo estaba ¿no? (¡Oh, Lichtenberg, pequeño jorobado, yo te hubiera amado!) Y a Kierkegaard Y a Dostoievski Y sobre todo a Kafka a quien le pasó lo que a mí, si bien él era púdico y casto -"¿Qué hice del don del sexo?" -y yo no soy una pajera como no existe otra; pero le pasó (a Kafka) lo que a mí: se separó fue demasiado lejos en la soledad y supo -tuvo que saber- que de allí no se vuelve se alejó -me alejé- no por desprecio (claro es que nuestro orgullo es infernal) sino porque una es extranjera una es de otra parte, ellos se casan, procrean, veranean, tienen horarios, no se asustan por la tenebrosa ambigüedad del lenguaje (No es lo mismo decir Buenas noches que decir Buenas noches) El lenguaje -yo no puedo más, alma mía, pequeña inexistente, decidíte; te las picás o te quedás, pero no me toques así, con pavura, con confusión, o te vas o te las picás, yo por mi parte, no puedo más. Alejandra Pizarnik, 1971 Murió en Buenos Aires, el 25 de septiembre de 1972 Barcelona Poesía completa, Editorial Lumen, 2000

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4 Comentarios:

Blogger Elvira P. dijo...

Esperaremos tu escritura, en esta vuelta.

Un abrazo, LLA

4 de marzo de 2006, 1:17 p. m.  
Anonymous Anónimo dijo...

LLA: Es un placer tenerte de huesped por aquí. Gracias por venir!
CAFE MADRID: Sííí, la Pizarnik es una diosa. También yo tengo su libro de obras completas y poesía. Lo que no logro es conseguir sus diarios y me encantaría tenerlos. Ojalá un día pueda localizarlos. Tu blog está precioso así que nos seguimos leyendo. Ya te puse un link.

19 de marzo de 2006, 7:28 p. m.  
Blogger Lúzbel Guerrero dijo...

Buenos días Rosa Roja, estoy muy impresionado por lo que he leído, y lo primero que se me ocurrió fue proponerte un pactito, pero me temo que poco tengo para ofrecerte; hay lucidez y profundidad en esta entrega, y me recuerda la lucidez y la profundidad de la que me hablaba el huésped Omar Muahatrib(o algo así), acerca de una mujer que visitaba en sueños, antes de que se levantara temprano para entrar al paraíso de los mates y las facturas tempraneros. Estaba en estas líneas hasta Pichon Riviere , así que me dije : ve con cuidado Luzbel, que van a descubrir que para demonio eres un poco blando.

26 de junio de 2006, 6:23 a. m.  
Anonymous Anónimo dijo...

Buenas noches, Luzbel! Muchas gracias por la visita y por las palabras que son muy bienvenidas. Y gracias, además, por lo de "lucidez y profundidad". Una lo intenta, de eso se trata! pero de ahí a que los demás lo perciban ya es un paso avanzado, jeje. Sí, el huésped Omar también era un excelente escritor. Seguramente, tanto frecuentar a Pichon Riviere le hizo mal :( Hay que dejarse llevar por la vida sin tanto análisis, tal como lo hace Ud. No lo tuteo porque todavía no me animo. No sea que se enoje y salte yo al infierno. También ando con cuidado. Pero, espero tenerlo con frecuencia por aquí. Será un honor, Don Luzbel. El Don es sinónimo de protocolo ¿eh? ¡¡¡Gracias!!!

27 de junio de 2006, 11:16 p. m.  

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