Asombros (segunda parte)
Confieso que no estaba preparada para relatar el diálogo con mi jefe, para contar qué fue lo que me dijo en aquella reunión del viernes que más que una reunión fue un monólogo por su parte. Y si no me siento preparada es porque me muero de vergüenza, sépanlo, de vergüenza ajena más que propia. Pero, me siento muy indignada, con mucha impotencia, tengo mucha rabia y necesito sacármela. En definitiva, este es mi blog y cada uno en su blog es dueño de escribir lo que quiere ya que, todavía, existe la libertad de expresión.
Me fui por las ramas pero, tal como venía diciendo, aunque no me sentía preparada, al leer algunos comentarios que me fueron dejando tales como:
Querida Rosa roja, admito que me muero de ganas de saber qué es lo que te dijo ese tipo, pero si no lo has mencionado ex profeso, es porque te incomodaría aún más saber que lo sabemos. (Luzbel)
Hay gente que entra en la vida de los demás como topadora: sin preguntar ni avisar.(Eduardo)
Creo que ni todas las respuesta que encontraramos, nos dejarian sastifecho sobre la actitud de tu jefe. Creo que con esas piedras que tiro se formaria una linda pared de contencion para no dejar pasar absolutamente nada de su mierda. (Charruita)
que tanto agradezco porque son los que me han dado fuerzas para poder contar lo que me sucedió. Tal vez para algunos/as sea una tontería y para otros no o para algunos yo sea una idiota pero a mí me dolió, me dolió mucho.
Antes del relato, quisiera explicar dos cosas a saber:
1) Se que por más que lo diga yo no tienen por qué creerme ya que todavía ningún bloguero me conoce (aunque espero que nos encontremos pronto en alguna reunión blogueril, sería muy lindo). Lo que digo es que (el día que me vean lo podrán comprobar) si algo sí que soy es femenina, soy una mujer a la que le encantan los buenos perfumes, las colonias, vestirme clásica sí pero normal y no estrafalaria, en fin.. no se qué palabra utilizar pero creo que femenina, desodorizada, perfumada y me fascinan los largos baños de inmersión con sales.
2) Mi jefe es un tipo extraño. Bastante raro en muchos aspectos. Tal vez en cosas simples o carentes de aparente importancia. Suele perder papeles de trabajo, carpetas, lo que fuere y si él pierde algo y se le mete en la cabeza que lo tiene fulanito nadie puede sacarle de su cabeza que fulanito ni siquiera vio esa carpeta. Sólo un ejemplo. Hay muchos. Se le metió en el cerebro que yo fumo dentro de mi habitación y ya le dije dos veces que no fumo dentro de la habitación de casa pero el tipo no me cree porque no coincide con lo que él se figuró en su cerebro. Y así es con todo, cuando él piensa que algo es de x manera, tiene que ser así y no lo contradigan.
Para no extenderme más, sólo dejaré el diálogo que tuvimos el viernes en su oficina. Sin palabras. Acá va:
Sentados frente a frente en sendas sillas:
El: Mirá..... yo tengo que decirte algo... Antes que nada quiero que sepas que a mí me asombra mucho todo esto porque vos sos una persona inteligentísima. Entonces, yo no entiendo cómo puede ser que con tanta inteligencia haya algunas cosas que no vayan bien... No me encaja esa parte pero quiero que comprendas que te lo digo por tu bien. Eso sí, me seguís pareciendo una persona con una inteligencia superior, pero.... bueno yo no se cómo decírtelo. Te aseguro que lo hago con el mayor pudor, a mí esto me da pudor pero te lo tengo que decir igual ya que es por el bienestar de la empresa. ¿Entendés? Para poder hablar de esto no me queda más opción que meterme en tu intimidad.
Yo: ¿¿¿....???
El: Se que es fuerte. Reitero, a mi me asombra mucho porque se contradice con tu inteligencia.
Yo: ¿¿¿....???
El: Lo que tengo para decir se que es muy fuerte.
Yo: Bueno, adelante, lo escucho. (otra no me quedaba :-(
El: Mirá que es muy íntimo. Me meto en tu intimidad pero es por tu bien y por el bien de todos.
Yo: ¿¿¿....???
El: Tiene que ver con tu higiene personal.
Yo: ¿¿¿con quéeeee???
El: Vos tenés que cuidar mejor tu higiene personal. ¿Me entendés?
Yo: ¡No! No lo entiendo....
El: Vos sabés que tenés olores. Yo te siento malos olores.
Yo: ¿Eh? ¿Qué? ¿Qué me siente olor? ¿Olor a qué?
El: A descuido en tu higiene.
Yo: Mire.... yo puedo tener muchos defectos pero ese seguro que no. Me baño, me perfumo, me desodorizo, no entiendo.
El: Bueno, no se. Pero todo tu cuerpo tiene mal olor. Y no es que lo sienta sólo yo. D. también lo siente igual. A ella le molesta, sólo que no te lo va a decir.
Yo: Le aseguro que yo no me siento olor a nada y que me higienizo adecuadamente desde siempre y no ya por la oficina y el trabajo sino por la vida en general. A mí tampoco me gustan los malos olores.
El: Me alegra que lo entiendas porque vas a tener que higienizarte mejor. Preguntale a D. como cosa tuya ¿eh? No se lo preguntes hoy porque se va a avivar que yo te hablé. Preguntale el lunes, decile que una amiga tuya te lo dijo, comentáselo a ver ella qué opina...
Yo: Me extraña. Me extraña mucho porque si D. sintiera esos olores tan fuertes me lo hubiera dicho. No se... tenemos una buena relación laboral y pasamos muchas
horas juntas, las dos somos mujeres y entre mujeres estos diálogos son más fáciles... no se qué decir...
El: Y te digo más. A veces tus olores son insoportablemente fuertes.
¿Nunca te preguntaste por qué D. siempre enciende un sahumerio cerca tuyo?
Yo: ¿¿¿Eh??? ¿Está seguro de que soy yo?
El: Segurísimo. Te estoy hablando por tu bien para que mejores acá adentro y en la calle, en la vida en general. Porque causa rechazo hablar con alguien con tan mal olor. No se, ¿vos te analizás?
Yo: Sí.
El: Bueno, conversalo con tu psicóloga. Contale lo que estoy diciendo. De todos modos, me meto un poco más en tu intimidad y me permito darte unos consejos que te pueden ayudar. Bañate más veces por día, si una no es suficiente bañate dos. Cambiate la ropa íntima cada día. No uses dos días seguidos la misma ropa porque el olor se impregna.
Yo: Escuche, lo que ud. huele ¿no será olor a pucho? ¿mal olor de algún otro lado?
El: Bueno, olor a cigarrillo tenés siempre, hasta el pelo impregnado, pero eso es otra cosa. Tampoco me gusta, pero si fuera olor a cigarrillo todavía... Ya te digo. Mirá, yo antes metía toda la ropa en la bañera y me la lavaba a mano. Hacelo a diario.
Yo: Sí... La verdad es que no se qué decirle... Ud. ¿en este momento, por ejemplo, en el que estamos hablando me siente olor?
El: Sí.
Yo: (oliéndome toda, las axilas, todo) Le juro que yo no siento olor a nada.
El: Yo sí. Pero hoy es más suave. Otros días es muy fuerte. Tan fuerte lo siento que me cuesta acercarme a vos y hablarte. Además, no me gustaría que fueras a visitar empresas. Prefiero no mandarte porque la gente te lo va a sentir y yo tiemblo, aunque no te lo van a decir y yo no quiero pasar por eso.
Yo: Bueno.... le agradezco que me lo diga. Voy a ver si es así o no... Si es así voy a tratar de corregirlo... No por ud. sino por mi vida social en general con todo el mundo. Yo detesto el mal olor.
El: Sí, tal vez los lugares encerrados, el olor a frito que se pega, vos fumás en tu habitación.
Yo: No, yo no fumo en mi habitación y esta es la segunda vez que se lo digo. Por motivos familiares no fumo ahí, me crea ud. o no, y también por mi porque no me gusta dormirme con el olor de las colillas apagadas.
El: Bueno. Listo. Eso era todo. No le digas nada a D. hasta el lunes y preguntáselo como quien no quiere la cosa, como que te lo dijo una amiga y vos le pedís su parecer... Yo lo único que te digo es que cuides más tu higiene personal. Y ya que mantuvimos esta conversación, esto me habilita para preguntarte en diez días qué pasa si vuelvo a sentir los mismos olores. (fin del diálogo).
Salí de su oficina hecha una piltrafa y sin saber quehacer. Me fui a dar una vuelta manzana y regresé porque se me caían las lágrimas. También pensaba en D. Si ella pensaba igual que él por qué no me lo había dicho. No sabía quehacer, era una mezcla de odio, bronca, impotencia, humillación. Cuando regresé a la oficina, nos dispusimos a almorzar con D. Yo observaba todos sus movimientos para ver si a ella le molestaba comer cerca mío. Ella me notó rara y también me dijo que tenía muy mala cara. Después encendió un sahumerio pero lo de encender sahumerios es un ritual de todos los días y es para despejar el olor a cigarrillo o eso es lo que yo creo. Entonces, ya no me pude contener más y le hablé. Le conté a D. todo esto que me había pasado y le pedí que no le diga ni palabra a él y que lo único que me interesaba s que sea sincera en la respuesta. D. casi se desmaya del asombro. Me aseguró varias veces que no, que eso no es así bajo ningún punto de vista. Que este tipo es un animal porque aún si así fuera ella no se lo diría a nadie pero que en mi caso para ella no era así, que ella no pensaba en eso, que de hecho almorzamos todos los días juntas, tomamos mate juntas, charlamos juntas y si a ella le molestara algo ya hubiera encontrado alguna forma de alejarme, que el sahumerio lo prende porque le gustan los sahumerios igual que a mí y es como un ritual: compartir unos mates o un almuerzo y encender un sahumerio y de paso despejamos el olor a tabaco, nada más, que en su casa también los enciende al igual que yo en la mía. Que, definitivamente, nuestro jefe o está loco o es un hijo de puta pero que es evidente que goza hiriendo a los demás. Todo eso lo dijo D.
A mi me dolió bastante, me hirió, se me caían las lágrimas de la bronca que siento y pasé todo el fin de semana oliéndome, bañándome, perfumándome, pero más que nada oliéndome como una manía. Tratando de ver si el hombre tiene razón o no y no me siento olor a nada. Escribo esto y me sigo oliendo.
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