sábado, agosto 26, 2006

Aprendiendo a decir NO

Sí, algunos seres humanos, deberíamos tomar un curso que nos enseñe a decir no antes de que sea demasiado tarde de tanto decir a todo que sí.No hice el curso, pero tuvo que decirme basta la mente y el organismo y el no brotó solo. No voy a la oficina desde el jueves 17 de la semana pasada. Me reincorporaré el lunes 28 próximo. Tomando en cuenta los fines de semana y el lunes pasado que fue feriado, falté a trabajar 6 días laborables. Falté a la oficina, mejor dicho, porque a trabajar en sí no falté. Creo que trabajé, en estos días, muchísimo más desde casa que lo que hubiera podido hacer si hubiera ido a la empresa. Me sentía muy mal. Físicamente, sí, pero más allá de lo físico comencé a sentir un agotamiento mental muy profundo. Demasiado. Si yo fuera mi propio médico, diría que lo mío es stress. Pero, como soy médico, fui a un médico de verdad. De esos que sólo se ocupan de curar la parte física de los pacientes. Fui a la guardia porque no daba para más. Estudios, placas de abdomen, ecografía dictaminaron que tengo gastroenteritis. Los certificados médicos que pedí para presentar en la oficina también dicen lo mismo. Reposo por 48 hs. me dijeron la primera vez. Reposo por 72 hs. más, me dijeron la segunda vez. ¡Reposo! Es una hermosa palabra, casi parece un sueño. Me quedé en casa, sí, cómoda, en camisón y chinelas, pero reposar no pude reposar nada. Estuve sentada en la computadora casi todo el día completo. Trabajando, redactando, editando. Para sacar todo el material adelante, ya que debía presentarlo en fecha. La fecha de entrega era ayer viernes 25 y llegué. Con la lengua afuera, pero lo logré. Me falta sólo la última parte, pero eso es bastante rápido. Lo haré hoy sábado. Lo principal está todo hecho. Se lo fui enviando a mi jefe por mail, a la gente del departamento de arte también. Trabajo al día. Gastroenteritis en vías de extinción. Todavía siento que me quema el estómago después de comer, pero voy mejorando. Lo que sí siento es el cerebro extenuado. Me doy cuenta porque percibo que se me acumulan mil cosas, todas juntas, en la cabeza y siento que no puedo con ellas. Lo percibo porque se me hace "un blanco" en cosas muy simples: no recordar una fecha, no recordar un nombre, no se... El jueves, sin ir más lejos, Atanasio me preguntó, en un momento dado, cómo se esribía 2006 en números romanos. Y conozco los números romanos de memoria. Sin embargo, cuando él me lo preguntó, sentí "este blanco" y no podía responderle. Fueron unos minutos, después la memoria regresó. Conclusión: sí que es estrés. Que el estrés haya desencadenado una gastroenteritis, no me cabe duda, pero el origen es el extremo agotamiento mental. Y tampoco de eso me caben dudas. A partir de ayer jueves, me siento más aliviada. Los dolores abdominales comenzaron a ceder, la cabeza más despejada, toda yo más tranquila. ¿Por qué? Porque llegué a tiempo para terminar el bendito trabajo. Todo esto se lo contaba a un amigo argentino que vive desde hace muchos años en Estados Unidos, en la Bahía de San Francisco. ¡Hay gente afortunada en este mundo! No conozco Estados Unidos pero imagino que esa bahía debe ser un lugar paradisíaco para vivir. Mi amigo se llama Carlos y a él le contaba lo que me estaba sucediendo. Me respondió de inmediato y creo que su respuesta me despertó:

(...)Quiero si volver al tema de tu salud… creo sinceramente que es uno mismo el que tiene que poner los frenos. No podés decir a todo que sí y,luego, enfermarte por no poder llegar a tiempo… y más una persona ULTRA responsable como sos vos. Quiero que pienses seriamente y veas si hay algo de lo que tenés que hacer que puedas, realmente, llamar a alguien y decirle que lamentás, que estás enferma y que les vas a hacer el trabajo, pero darles un nuevo plazo. Y SI NO LES GUSTA MALA SUERTE!!...

Te lo digo muy en serio… no es fácil decir que NO (a mi me
cuesta un hue…!... :-), pero hace MUCHO bien a veces poder hacerlo, y sabés cuál es la sorpresa en gente como nosotos?... que cuando lo hacemos con firmeza y claridad, la gente lo acepta y lo aprecia… Es cuestión de buscar la manera amable pero firme de decir las cosas…viene de una voz muy interna y de un respeto profundo por nosotros mismos… y la gente lo siente.

Probá…

Un beso grande, Carlos.



Creo que Carlos está en lo cierto. Y, precisamente, por lo mismo que dije yo antes:


La vida es efímera. Corroboré que lo único que cuenta es que el espíritu se encuentre en armonía. Que el alma encuentre su lugar de reposo. Todo lo demás puede esperar.


Estos días que no fui a trabajar me vinieron muy bien. Siempre hace bien estar en casa, cómodos, resguardados del mundo exterior. Trabajé terriblemente, no lo niego, pero sin moverme de acá. Falté a la oficina y nadie se murió ni se derrumbó la empresa. Incluso, hasta el enfermo de mi jefe le dijo por teléfono a un periodista conocido en común, hablando de mi ausencia, que estaba con gastroenteritis, sí, pero que él consideraba que: "era muchísimo lo que me estaba exigiendo, mucha la presión y que yo me puse al hombro el trabajo de un mes en una semana". Esto me lo contó E., nuestro periodista conocido. Lo sentí positivo. Tendrá defectos mi jefe pero, al menos, parece que tiene un gramo de inteligencia para reconocer algunas cosas. Que así sea. Esta noche de viernes pude comenzar con el libro de Diego. El libro que me dio para traducir al inglés mi amigo Sergio. Esta noche logré traducir la introducción y el primer capítulo. Me sentí algo mejor. Está bien que son 17 los capítulos del libro, pero por algo se empieza y ya lo comencé. Eso también me dio algo más de tranquilidad. De todos modos, pienso hacerlo sin apuro, de a poco, en la medida que vaya teniendo tiempo y ganas. Se lo aclararé mañana a él. Parece, además, que allá por el bar de cada día, notaron mi ausencia. Parece que el mozo H. se extrañó de todos estos días que no me ve por ahí y se que le preguntó a alguien de la empresa por mí. Eso me lo contó Atanasio. A. me llamó el martes por teléfono. Lo noté preocupado por mi ausencia. Me dijo que le extrañó que no me vio en el bar ni por ningún lado. Y me llamó. Le expliqué lo que me pasaba. Me invitó a tomar algo. No en el bar de siempre, lógico, porque no puedo aparecer por ahí si no estoy yendo a trabajar. Nos encontramos en un bar más alejado, a unas pocas cuadras de distancia. Tomé un té verde. Conversamos. Hablar con A. siempre me da paz. No se cómo lo logra, pero logra hacer que me desenchufe de los problemas diarios. Juntarme con él me hizo bien. Que se preocupara por mí me hizo bien. Notó que estaba agobiada. Me trajo con el auto hasta casa. Me dio ternura. También me habló del agotamiento mental que -según él considera- es mucho más fuerte que cualquier dolor físico. No se. Le contaba a él que tengo pensado (cuando toda esta etapa termine) irme un par de días afuera. Vacaciones no tengo, pero, podría ser un fin de semana. No se dónde. No lo pensé todavía. Quizás a Montevideo. Me gustaría regresar allá. O, tal vez, algún otro lugar. No importa dónde. Ya pensaré. Lo importante será alejarme un par de días de Buenos Aires, de la vorágine, de toda esta situación por la que me tocó atravesar y me devoró.
Por otra parte, recibí un email de una amiga de mi amigo Carlos. Ya él me había avisado que, en cualquier momento, podría escribirme esta amiga suya ya que tiene planificado un viaje a Argentina. No la conozco. Pero, como es amiga de mi amigo, debe ser una buena persona. No tengo idea. En su primer mensaje titulado Viaje a Argentina escribió:

Qué tal, yo soy amiga de Carlos K. Quisiera ir a tu pais pero como iria sola pensaba que quizá nos podriamos conocer y salir.
Quisiera encontrar un hotel o quedarme en una casa. Quiero ir a fines de Septiembre, principios de Octubre, que te parece. ¿¿Te interesa conocernos?? Dime si te seria posible porque yo no voy a saber en donde estoy!!!!!!!!!!!!
Saludos. Raquel A.

¡Ay, Señor! Una mujer. Y desconocida. Y buscarle un hotel. Y conocerla. Y salir juntas de paseo para que conozca la ciudad. No está mal. Bueno, eso creo, depende de cómo sea. Sólo lo sabré el día que la vea en persona. En su segundo mensaje -cuando le pedí que me cuente algo de su vida -, para tener una mínima noción de con quien voy a tratar, escribió:

Querida "Rosa Roja": Soy de origen Mexicano y me vine a E.U. sola cuando era bien jovencita. De niña, mi padre, con quien yo vivia, se volvió a casar y a los 9 años me mandarion por primera vez a E.U. con
una hermana de su esposa. Después, regresé a los 13 años y después dos años más hasta que me regrese yo sola y me puse a trabajar. Yo hago trámites de inmigracion para una organizacion no lucrativa - asi que atendemos a las personas que no tienen los medios para pagar a un abogado privado que aqui son muy caros!!!!! Me gusta escribir también pero no lo hago. Me encanta la poesia y la literatura también...Yo terminé la secundaria en México; aqui en E.U. fui a la
Universidad y me costó trabajo hacerlo porque también tenia que sobrevivir, tú ya sabes.... La vida me ha traído alegrias, dolores, alegrias, dolores, amores y muchas sonrisas y lágrimas también. Creo que me encanta vivir y sentir la presencia en nuestro mundo a pesar de todos los conflictos. Veo a clientes todos los dias, no trabajo los Martes porque soy voluntaria en una estación de radio donde tengo un programa de música. Me encanta la música de Argentina, el
tango, las chacareras, las zambas, el folklore; también la de toda nuestra America Latina pero, muy especialmente, la de uds. Cuando vaya quiero llevarte algo, me dijo Carlos que eres menudita asi que veo que te compro. No trabajes mucho para que cuides tu salud.

Un abrazo, Raquel.


Veremos quién es. Cuando venga tendré que oficiarle de dama de compañia. Me parece que no va a ser ningún un sacrificio. Eso espero. Mexicana: ¿le gustará mi amada Chavela Vargas? Eso ya sí que sería ¡Bingo!

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sábado, agosto 19, 2006

Presiones: dije basta


Pilas y pilas de trabajo para hacer. Sentí que no podía, que no podía, que no podía más. No se puede madrugar, trabajar 9 horas dentro de una oficina, llegar a casa y volver a comenzar casi sin tiempo para respirar. Sentarme en casa con ¿las neuronas despiertas? A redactar montones de notas. A traducir al inglés y al francés. Por otra parte, la traducción del libro del Diego y mi amigo S. que me apura porque lo quiere tener listo en un mes. Como si todo esto fuera poco, una de mis compañeras renunció a su trabajo en la semana. Mi jefe me pidió que la reemplazara, es decir que haga su trabajo y el mío, que redacte el doble, que edite el doble y todo ya porque la urgencia es grande. Todo esto lo conversé con él el día 15 y quiere que le tenga todo terminado para el día 25 o antes. Es imposible hacer en diez días lo que, de forma normal, llevaría un mes. Encima el miércoles, el muy imbécil (ese es mi jefe) me viene a decir:

“Tenés que ponerte media pila más”.

¿De qué media pila más me habla? A mi ya se me descargaron todas las baterías. Sentí que estaba al cabo de mis fuerzas, que ya no podía más.
Al salir de trabajar, como todos los días, fui al bar del gallego. Agotada por completo. No físicamente sino mentalmente. Mi cerebro trabajando a mil y pensando en todo lo que tenía quehacer y yo allí sentada sin saber de qué modo escabullirme del mundo. Y sentada en aquella mesa, tomé una caña Legui hasta que llegó Atanasio. Mientras conversé con él, me mantuve serena y sólo tomé un café con leche con soda. Me sirvió de algo hablar con él porque tocamos temas que no tienen que ver con lo laboral. No le cuento mis problemas de trabajo, no creo que corresponda, aunque –a grandes rasgos – los conoce. Que tengo mucho trabajo y que no se cómo haré para llegar a hacer todo. Eso lo sabe. El no quería dejarme sola en el café. No se si tuvo temor a que volviera a pedir otra copa. Tenía que irse; le pedí que lo hiciera. Me quedé allí y pedí otra copa de Legui. Sabía que iba a beber una copa, dos y tres para olvidar todo lo que mi cerebro iba procesando. Fue como ese grito famoso: ¡Paren el mundo que me quiero bajar!
El mozo, H., no quería servirme otra copa. Me dijo:

¡Usted está mal de la cabeza!

Y pensé que tenía mucha razón. Mi cabeza ya no daba más, mi cerebro ya no daba más. Salí de allí y me fui a otro bar, a una cuadra, justo en la esquina de la casa de A. Entré allí y pedí más Legui. No recuerdo cuántas copas tomé. No tengo idea, ni noción, ni nada. Perdí la cuenta. Sólo se que - en un momento dado, después de haber intercambiado un par de palabras con un hombre que entró a pedir – se me cayó un diente y, ahí sí, sentí que todo parecía estar en mi contra aquella noche de miércoles. Sentí que necesitaba ayuda. ¿A quien llamar? Sin siquiera dudarlo, llamé a A. A los dos minutos, entró en el bar y se sentó conmigo a hacerme compañía. O a soportarme, mejor dicho. Lo que recuerdo es que sentía mucha vergüenza de que él estuviera sentado ahí mirándome y yo sin el diente. Pero el diente pasó a ser lo de menos porque la extenuación lo vencía todo. El no se movió de mi lado.
El jueves a la mañana, cuando desperté y me miré al espejo, me di cuenta de que no podía ir a trabajar. En primer lugar por el diente faltante, en segundo lugar porque mi cuerpo y mi mente ya no daban para más. Se que eran los días en que más presente debería haber estado en la oficina cumpliendo con tantas obligaciones que allí me esperan. Pero no pude. Me pasé la mañana tomando mate, tranquilamente, con yuyos de peperina que tanto me gusta. Sin apuros, sin presiones. Recordé la frase de Napoleón:
“Vísteme despacio que estoy apurado.”
y me relajé. Me fui a dormir hasta despertarme sola, sin relojes ni despertadores, ni horarios de almuerzo. Cuando me sentí mejor, fui al odontólogo para ver qué posibilidad había de solucionar el problema dentario lo antes posible. Esto me pasó por dejarme estar, por no faltar, por no llegar tarde, por no salir antes de la oficina. Si lo hubiera hecho ver en tiempo y forma quizás no hubiera sido necesario llegar a tanto.
Me desconecté del mundo y de los deberes. Tenía un millón de cosas para hacer y no hice ninguna. Sólo ir al dentista y llamarlo a A. –bien temprano a la mañana – para agradecerle todo lo que hizo por mi la noche anterior. Ese hombre se merece una medalla por aguantar a alguien como yo. Para colmo, él no tiene idea de lo que me pasa por dentro o me deja de pasar. El dolor es sólo mío. Mío y de nadie más. Me dijo que me llamaría a la noche para ver cómo seguía y cumplió. Le avisé que no iría a trabajar ni jueves ni viernes y, por supuesto, mucho menos al bar. Cuando me llamó a la noche, me contó que el mozo H. le preguntó por mí y le dijo que no me había visto en todo el día. A. fue prudente y no dijo nada, sólo que suponía que tal vez estaba enferma. Tanto no mintió: enferma sí que estaba. No podía sentirme peor.
Otros dos días conmigo. Otros dos días encerrada en casa sin salir (excepto al dentista). De todos modos, ir a trabajar no podía hasta que no tuviera solucionado el problema odontológico y eso es algo que en la oficina no voy a decir, mucho menos a mostrar ni dejarme ver. Otros dos días para pensar, para poner la mente en blanco, para alejarme del mundanal ruido, de las exigencias y demandas de todo el mundo. Dos días de aislamiento. El viernes sí trabajé algo desde casa, no mucho pero algo sí. Para avanzar. Avanzar es una palabra extraña. No creo haber avanzado nada porque estoy en el mismo lugar. Sí, bastante mejor, física y psíquicamente, pero nada más. El descanso viene bien.
Intenté buscar el lado positivo de las cosas. Considero que todo, por malo que sea, tiene un aspecto contrario de positivismo. Algo así como lo que dice el I Ching, los opuestos: el ying y el yang. En fin, divagues de madrugada que le pisa los tacos al sábado. Dentro de lo positivo, encontré que el viernes 18 fue el cumpleaños de mi mamá y pude estar a su lado más tiempo del que hubiera estado si hubiera ido a trabajar, que pude compartir más con ella. Lo otro positivo fue que pude solucionar el problema odontológico sin necesidad de tener que correr porque el tiempo no alcanza.
Como el lunes es feriado y no se trabaja, en total me tomé cinco días para mí, unas mini vacaciones de introspección que me di la licencia de tomarme. Contra quien sea, contra quien no le guste, contra lo que debería haber hecho y no hice.
También recibí hoy algunos sms de G. Me preguntaba cómo estaba, que me extraña, que espera que no haya “perdido la memoria”, sinónimo de que no me haya olvidado de ella. Claro, porque G. me espera. Un fin de semana largo se supone que debería ir a verla para estar juntas. Por supuesto, eso estaba bien lejos de mis planes. Hasta sentí que sus sms me molestaban. Le respondí que estaba bien pero ocupada trabajando y que más hacia la noche le enviaba algún sms. G. a veces no se da cuenta pero es demandante. En este momento, no puedo darme el lujo de que nadie me demande nada. Así es que no la llamé a la noche tampoco. Imagino que también Carmen estaría esperando verme en este fin de semana largo. No estoy demasiado segura. Tal vez no, tal vez ella está ya en otra dimensión, tal vez conoció a alguien nuevo. No lo se. La última vez que estuve con ella fue para el 31 de Diciembre así es que hace tiempo y mucho. En una de esas conoció otra persona, en una de esas ya ni se acuerda de mí. Pero, conociéndola tanto como la conozco, lo veo demasiado poco probable. Al menos, para la Semana Santa cuando le hablé por teléfono y pasé por su casa para tirarle una notita porque ella estaba de vacaciones en Mar del Plata, sí me di cuenta de que aún me esperaba. Ahora ya no tengo idea. Es seguidora como perro de sulki. Siempre me espera. Aunque yo prefiera no verla. Es que van a hacer casi siete años que la conozco, que me conoce. Siete años en octubre. Son una cantidad interesante de años para que no los haya olvidado. Aunque si los olvidó, sería lo mejor que puede llegar a pasarle a ella, a su salud mental, a su vida propia. No tiene vida propia pero sí que debería tenerla.
Pero, el viernes a la mañana, al chequear el correo electrónico, el primer mensaje que descubrí provenía de B., un señor amigo y muy querido por mí, que vive en Israel con toda su familia, esposa, hijos, nietos, bisnietos, en fin… familia para regalar. Jamás olvidaré sus ojos tiernos y nuestros paseos por Buenos Aires caminando tranquilamente. Jamás olvidaré su mirada, jamás olvidaré los cuadros bellísimos que pinta su esposa. Jamás olvidaré su rostro en aquel café mientras me enseñaba algunas palabras de hebreo. Jamás olvidaré aquellas palabras suyas de silencio, aquellas palabras no dichas que dicen más que todo cuanto se puede hablar sin parar. Jamás olvidaré aquel silencio que era como si me dijese en palabras: “Si no fuera tan fiel, si no amara tanto a mi esposa y a mi familia, si ella no existiera, si ella no estuviera enferma….”. No lo dijo jamás. Sus ojos lo decían por él. Mejor. Lo pensó. Le dolió. Sufrió pero regresó a Israel cuando su paseo en Argentina terminó. Cuando necesité ayuda me la brindó, cuando cumplieron cincuenta años de casados me hizo llegar fotografías con dos de sus hijas que vinieron de paseo a Buenos Aires. Quiso que tuviera aquella foto de sus bodas de oro. Un recuerdo del inmenso afecto que nos profesamos mutuamente.
Sin embargo esta mañana al abrir el correo, leí un mensaje suyo - escrito a las 4:30 de la madrugada - que decía:

N., mi amiga y compañera, mi amor y vida desde el 10 de octubre 1950 me dejó esta madrugada 18 de agosto...
¿Qué haré? No habrá consuelo,

saludos B.

Las lágrimas me brotaron solas sin querer. Corroboré que, absolutamente, todo en este mundo, en esta vida es irrelevante. La vida es efímera. Corroboré que lo único que cuenta es que el espíritu se encuentre en armonía. Que el alma encuentre su lugar de reposo. Todo lo demás puede esperar.

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sábado, agosto 12, 2006

Los sms de G. y su llamado

G. me envió varios sms el jueves 10. Yo estaba en el bar del gallego terminando de dialogar con A. y terminando mi café con leche y mi soda. Nuestro diálogo era tan grato como el de todos los días. A. fue prudente y cuando sonó el teléfono se levantó, fue al mostrador a pagar y, antes de que se fuera, cuando me saludó, le dije:

Me llama una amiga desde Córdoba. Quiere que vaya a verla, a visitarla...

No se qué fue lo que le pasaba a G. Se nota que me extraña, que le hago falta, que quiere verme. Eso fue lo que me dijo en la comunicación telefónica cuando me llamó. Además, sus sms:

HOLA! ¿Estás bien? ¡Te extraño! ¡Te siento! Contesta SI !!!

¡¡Qué bueno. Aún existes!!

Yo no siento nada.

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Los e-mails entre laborales y no tanto con CC

Los e-mails que escribo por trabajo y las respuestas que recibo...

CC me envía el siguiente e-mail fechado el 26 de Julio 2006:

Buenos días Rosa Roja
te cuento que estoy disfrutando de unas hermosas vacaciones en compañía de mi familia, planificando mi nueva vida y proyectando algo para hacer a futuro.

están muy bien sus pequeños ajustes a mis dos míseras rimas.

el tema (...) (asuntos laborales) todo OK.

le envío mis saludos y hasta pronto

CC


Respondo a su mensaje, ese mismo 26 de Julio, con el siguiente texto:

Buenas tardes, C.:

Me alegra mucho que vaya bien la (...) (asuntos laborales).
Me alegra también que esté disfrutando estos días de unas vacaciones en familia y tranquilidad.
Nosotros aquí -en estos momentos- esquivando las piedras de la impresionante tormenta, pero, sobreviviendo.
Honestamente, lamenté mucho cuando me comentó que lo habían desvinculado de (...). Pero, bueno, todo cambio genera nuevos caminos en la vida de los hombres.
Que todo sea para bien.
Un saludo.
Rosa Roja


CC me responde el 10 de Agosto 2006 lo siguiente:

Cómo estás adorable ser

las poetas y escritoras tienen un poder único que es llegar al corazón de la gente aportando mensajes que tienen una enseñanza y una sabiduría, y aportan a los terceros letras para su vivir cotidiano.
espero que hayas interpretado lo que quiero decir con estas palabras.

en la próxima te voy a enviar algo que le escribí al GRAN KUN AGÜERO, que como buen hincha de los rojos de Avellaneda lo idolatro.
lástima que se nos fue a España.

vas a concurrir al (...) en el Sheraton
vas a estar en (...) (asuntos laborales)
mi mujer va a ir con una tía que viene de Santiago del Estero sólo por (...) (asuntos laborales)
si ella no viene va a concurrir mi hija mayor Cecilia.
si tienen algún problemas con sus vidas dentro de este lugar, dónde te pueden ubicar para que les des una mano.

te envío un afectuoso saludo y hasta pronto.

CC

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La sorpresa de Atanasio 2


Me sorprendió Atanasio el otro día. No me lo esperaba y me dio una sorpresa sumamente agradable otra vez.

Voilà !
Una bolsa roja con moñito rojo. ¡Ni que supiera que soy la Rosa Roja! ¿No? Y juro que no lo sabe, ni siquiera lo imagina.

Me intrigué al ver el envoltorio. Lo abrí sin imaginar lo que podría contener. Imaginé bombones.


No es nada importante... pensé en regalarte algo para vos.... - me dijo.

Lo abrí y me quedé de piedra. Juro que no me lo esperaba ni de casualidad.




Cuando vi la caja con el perfume, me quedé sin palabras.



Porque todos tenemos un dolor dentro.- me dijo A.

A. no tenía que regalarme nada. Yo no espero nada, ningún regalo suyo. No era necesario, no hacia falta que me trajera nada... - respondí.


¿Por qué no? Está bien que una mujer como ud. lleve un perfume así. ¿No te gusta? -preguntó A.

Sí, por supuesto que me gusta. No sólo que me gusta, ¡me encanta! Pero, no tenía que hacerlo. -le dije - ¿Por qué lo hizo?
Porque lo merecés. Por todo el tiempo que me das tu compañía, porque me escuchás, por nuestras conversaciones diarias. Yo te estoy muy agradecido por tu atención. Sabés cómo ingresar al corazón de una persona. Porque es sencilla y eso me gusta mucho. Porque es muy culta, muy instruida, porque sabe idiomas, porque lee, porque escribe y, sin embargo, la veo simple y sencilla y se detiene a conversar conmigo. Por eso. ¡Pero no es para tanto! ¡Tampoco es un auto! Apenas un perfume en señal de nuestra amistad. -concluyó Atanasio.



P.D.: Quiero aclarar que la mezcla entre el Ud. y el vos no es un error de tipeo, es la forma que tiene él de hablar y de mezclar así el trato.

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miércoles, agosto 09, 2006

Atanasio 1

Atanasio.
(se merece que escriba sobre él)
Nos tratamos, mutuamente, de ud.
Humberto, el mozo del café, me dijo hoy refiriéndose a A.:

"Es muy buen hombre. La cuida. El la aprecia mucho a ud."

La medida de todas las cosas. ¡Por suerte! (esta frase pertenece a Martha Droker)

Mi cable a tierra.

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sábado, agosto 05, 2006

Viernes a solas

A solas. Conmigo para pensar y para pasar un momento distendido. Le dije a Atanasio el jueves que el viernes no iría al bar. Le avisé y me dio permiso, en broma, claro. Salí de trabajar y me fui a la peluquería de Coronel Díaz y Av. Santa Fe. Me gusta ese salón aunque sólo es la segunda vez que voy. Me corté un poco. Tenía el cabello largo y ahora lo tengo como semi-corto, melenita, no se que largo es, al estilo de lo que se usaba antes tipo carré aunque no es el corte que me hicieron porque no se usa ahora pero sí el largo que me quedó.
Al salir de la peluquería, me zambullí en Yenny del Alto Palermo y ahí encontré una joyita. La Prosa Completa de Alejandra Pizarnik. Por supuesto, ya tenía su poesía y prosa pero eran de Corregidor. Ahora conseguí la versión de Lumen. Pena que no estén los diarios acá. Así que salí de Yenny feliz.
Al salir de Yenny, cruzé y en la esquina, creo que se llama Pizza Donna o algo similar, me senté y pedí un Tía María on the rocks.
A solas, pensando, en la mesa con Alejandra mirándome. A mi derecha, en la mesa contigua, una pareja de americanos. La chica le leía la carta al yankee, le traducía el menú. Yo los miraba y recordaba antiguas vivencias, no con un yankee, sí con canadienses, leyendo yo las cartas del restaurante.
Mientras tanto mis ojos estaban puestos en Alejandra que me decía:

"Madrid"

Voces desde la nada a ti confluyen. En un bodegón de la calle del Ángel, exaltación y lirismo, los ojos resplandeciendo en mi cara, ya no azules, ya no verdes: carbunclos mágicos, sí. Palabras desde la nada, confluían en mi lengua. Yo contaba. ¿Qué contaba? Le contaba. Me le estaba
contándome -mitad imagen, cálculo y palabra- para que dijera sí, para que me amara. Para que me amara confluían palabras desde la nada
(...) Esa noche hablé hasta crear un fuego.



De repente, recordé que tengo una parva de trabajo acumulado de traducciones para hacer así que me zambullí en un taxi y me vine a casa. Tengo pendiente una traducción para el trabajo, los dos idiomas, del castellano al inglés, del castellano al francés. Son tres páginas. Seis páginas en total pero quiero tenerlas listas para el lunes. Trabajo extra. Todo suma.

Otra novedad. Créase o no: ¡qué viva el fútbol! Jajajaja! Ya se que despotriqué contra el fútbol, ya se, ya se. Pero, bueno, todo va y viene y fluye y confluye. La vida es un vaivén.
Tengo un amigo argentino que hace ocho años se fue a vivir a Madrid. Es periodista deportivo y se dedica, pura y exclusivamente, al fútbol. Es buen muchacho, Sergio, pero algún defecto tenía que tener :) El escribió hace tiempo un libro sobre el 10. Sí, sí, sí, el mismo que están pensando: "el Diego", sí, sí. Pero hace años, cuando todavía "El Diego" estaba en tapa, no como ahora que bajó su perfil bastante. En aquella época cuando Sergio escribió su libro, Diego era Diego. La cuestión es que el libro se publicó acá en Argentina, en España y en Italia. Pero, ahora mi amigo viajó para acá por una temporada, para visitar a su familia y quedarse un tiempo en nuestro país. Vino con una idea y me convocó para esa idea. Parece que una editorial japonesa le propuso traducir su libro al ponja, pero para poder traducirlo quieren leerlo primero en inglés. Después decidirán si lo publican o no allá. Entonces, Sergio me llamó para ver si yo estoy interesada en hacer el trabajo de traducción del español al inglés. ¿Cómo no voy a querer? Son 202 páginas de texto puro, sin contar la parte editada. ¡Claro que quiero! Esta tarde me reuno con él para ver las condiciones, el pago si me sirve o no y el tiempo porque está apurado, quiere que lo tenga listo en 15 días, máximo en un mes pero eso ya es mucho. Es un libro largo, no se si llego. Veré, según lo que conversemos esta tarde. Pero, ¿quién dijo que no al fútbol? ¿fui yo? Jajajaja!

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