Primero fue la bronca, la indignación por la injusticia, el pataleo de la rabia, la furia por no poder cambiar la situación. Después, fue mi cerebro que comenzó a maquinar sin parar: revoluciones de pensamientos por minuto. Más tarde, la irritabilidad, los nervios a flor de piel, la contractura del cuerpo entero. Por lo general, mis nervios estallan hacia adentro y no se exteriorizan. En esta oportunidad sí y comencé a sentir que, cada vez más nerviosa, estaba irritable con los demás. Finalmente, el cansancio total del cuerpo, el agotamiento, el desánimo producto de la depre, ese sentimiendo de estar hundiéndome en el pozo, acompañados por la imposibilidad de dormir. Llevo casi diecisiete días durmiendo poco y nada, sin poder conciliar el sueño por mucho que me lo proponga. Comencé a preocuparme seriamente. Se que no se puede llevar nada adelante sin dormir, o durmiendo un par de horas diarias.
Los problemas son, exclusivamente, laborales pero afectan y afectan mucho. El trabajo que hago me gusta mucho, no pasa por ahí. El problema está en las relaciones humanas, en el maltrato, en todo lo que tengo que soportar porque otro remedio no queda, porque no puedo darme -hoy por hoy- el lujo de renunciar. Con mucho gusto lo haría en un segundo y no puedo y a seguir porque, aunque no es lo indicado, es lo único que tengo y me sostiene. Mal pero algo es mejor que nada. Se hace difícil tener que soportar gente loca, gente que maltrata por el simple placer del maltrato. Se hace cada día más horrible tener que pasar mis horas allí. El simple hecho de tener tener que salir de casa para ir a trabajar es algo que me cuesta más cada mañana. Demasiadas horas metida en un sitio en el que no me siento cómoda sólo por
obligación. A todo esto se suma el
problema econónico, padeciendo por un sueldo que no es, ni de lejos, el que debería ser. Nos guste o no, el dinero existe, el dinero paga cuentas, el dinero compra comida, el dinero está en el bolsillo listo para una salida de mayor o menor importancia . Y cuando el dinero decae, cuando se sabe que no hay esperanzas de aumentos, etc. la vida se comienza a complicar. No es buen negocio tener que estar metida en un lugar durante tantas horas diarias, soportar algunos tratos que no son los indicados para cobrar un sueldo que no nos alcanza. Así estaba y estoy estos días. Aunque hoy algo cambió dentro mío. No fue nada especial. Sólo fui a mi cita con el médico, el clínico al que voy y conozco desde hace años. Fui, sin pensar demasiado, sólo para que me recete el
Sanax de cada mes, nada más. Sin embargo, de un modo extraño, me vi allí con el doc contándole lo que me pasaba. Ni yo se por qué lo hice, no tenía nada que ver que se lo contase a él que sólo es médico y en mi vida no puede intervenir. Creo que la conversación vino como explicación al por qué no puedo dormir y me paso toda la noche despierta, pensando, con pensamientos que giran sin ton ni son y que no resuelven nada pero que me impiden pegar ojo.
¡El insomnio! Y no me puedo dar ese lujo porque madrugo todas las mañanas y trabajo todo el día y es fundamental que esté despierta. Pero, todo se convierte en una cadena. Y se lo contaba al doc. en una cita de no más de diez minutos. Sin embargo, sus palabras - tanto a nivel profesional como humano - me dieron un gran empujón. Fue increíble: nada cambió en mi vida, todo sigue tal como estaba pero al escucharlo a él, médico en quien confío mucho desde hace unos años, me sentí más animada, me dio cierta energía. Sólo me dijo que por mucho que me encante lo que hago (de hecho, lo que hago me encanta) es nocivo estar inmersa en un
clima hostil. Que eso me va a terminar perjudicando la salud o voy a terminar por odiar el lugar en el cual trabajo. Y esa sí es una pena porque el trabajo es muy lindo, lo feo es la gente, la gente que carece de humanidad.
"Por favor, no se enferme" -dijo -.
"Ud. tiene que protegerse". Volví con mis
Sanax en la mano pero, tal como me dijo y él y yo coincido, el problema no es el psicofármaco, sino mi sistema nervioso alterado, la depresión, la ansiedad. No dijo mucho ni resolvió nada, por supuesto, pero, regresé mucho más reconfortada. Me hicieron bien sus palabras. Presiento que esta noche lograré dormir.
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